Lo que le debemos a Aristóteles
Aristóteles fue uno de los grandes teóricos del arte y, realmente, sigue siéndolo. Su Poética es de lectura obligada para cualquiera que tenga relación con el arte, sobre todo el de la escritura. Realmente realizó un trabajo de compendio de las ideas y experiencias que existieron durante varias generaciones de griegos, pero no se limitó a eso. También desarrolló algunas, como ya hemos visto en anteriores artículos. En cualquier caso, es un personaje central que sirvió para hacer avanzar considerablemente la teoría del arte.
Las artes imitativas
De entre todas las artes griegas, que recordemos ocupaban un amplio espectro ya que iban desde la artesanía —herrería, zapatería, etc.— hasta las artes plásticas, la poesía…, aisló las “imitativas”, que sin duda alguna es el germen de lo que ahora llamamos “bellas artes”. Es decir, a él le debemos, aunque no solamente a él, la división de las artes.
En la actualidad ya no hacemos tal división entre artes imitativas y otro tipo de artes, puesto que consideramos a las bellas artes como las únicas artes. Hoy en día no consideramos artista a un zapatero o a un relojero. Pero sí que cada vez más profesiones, como los peluqueros o los cocineros, pretenden recuperar aquella noción griega que las consideraba arte. Hoy en día la noción de arte es cada vez más difusa y parece necesitar una reformulación de lo que es.
Lo que le debemos a Aristóteles
Además de la distinción anterior, el aporte aristotélico es de dos clases, como hemos dicho en la introducción del artículo. Por un lado, formuló nuevamente opiniones, ideas y concepciones antiguas; pero, por otro lado, originó nuevos conceptos.
Así, en el primer grupo podríamos incluir su definición de la belleza y del arte; su división entre artes representativas y creativas, la idea de imitación, el de la liberación de las pasiones o el de la necesidad de las proporciones adecuadas. En todas estas formulaciones escuchamos las voces platónicas, socráticas, pitagóricas o sofísticas.
Al segundo grupo pertenecerían su idea de multiplicidad del origen del arte, que recordemos surge por nuestra preferencia a la armonía y a la imitación; así como la multiplicidad de objetivos, siendo su principal saciar el ocio del hombre —conviene recordar lo que significa ocio para Aristóteles, que diste de lo que consideramos ahora. Es esa actividad que va más allá de lo que realizamos para alimentarnos y sobrevivir—; también, y llevando la contraria a sus compatriotas, reconoció a la poesía como un arte, y no como inspiración divina; de igual forma estableció la independencia del arte respecto a la moral y a la verdad; añadió que la belleza depende de la perceptibilidad, además de la proporción, el orden y la disposición correcta; y, por último, defendió que tenemos que buscar el valor del arte y de la belleza en ellos mismos.
Es cierto que la formulación de tales ideas fue rudimentaria, puesto que Aristóteles carecía del material lingüístico y teórico para formularas con precisión. Sin embargo, no cabe duda de que fueron sumamente novedosas para su tiempo y que, todavía en la actualidad, muchas de ellas siguen vigentes.
Imagen: economiaslg.blogspot.com.es