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El eterno retorno

Publicado por Ruben Avila

eterno retornoUna de las doctrinas más llamativas del filósofo Friedrich Nietzsche es sin duda alguna la del eterno retorno. Llamativa y controvertida porque, como sucede con casi todo lo afirmado por el pensador alemán, no queda muy claro exactamente a qué se refiere. Es decir, en ocasiones pareciera que está utilizando una metáfora para explicar algo, al más puro estilo de las parábolas del Nuevo Testamento, pero en otras da la impresión de que es literal, de que realmente Nietzsche cree en la existencia del eterno retorno.

Resumiendo bastante lo que plantea esta doctrina es que lo que hagamos hoy lo haremos eternamente. El tiempo no es lineal, como podemos pensar, sino circular, así que siempre volveremos al mismo punto donde estamos hoy.

Esta teoría, como decíamos, nos la podemos tomar de manera literal o alegórica. Y las consecuencias de ambas disposiciones no tienen por qué ser las mismas.

1. Si suponemos que la idea del eterno retorno es verdadera, de que el tiempo no es lineal sino circular y que, a consecuencia de eso, volveremos a vivir una y otra vez lo que hemos vivido hasta ahora, tenemos que suponer (¿por qué no?) que lo que vivimos y hacemos ahora mismo ya lo hicimos antes, que da igual lo que pretendamos hacer que todo está predestinado por ese yo que actuó en el pasado y que nos condenó a seguir sus pasos eternamente. Nos acordemos de ello o no, da lo mismo, estamos predestinados. Así que da lo mismo que queramos girar a la derecha o a la izquierda, haremos lo que ya hicimos en el pasado. Caer en un estado depresivo y quejoso por esta pérdida volitiva evidente. Quizás en el pasado tuvimos libertad para elegir nuestras acciones, pero ya no.

2. Sin embargo, si lo que creemos es que es una alegoría, entonces, la cosa cambia por completo. Porque, claro, no es que siempre actuemos de la misma manera, no es que el tiempo sea circular pero, ¿y si lo fuera? ¿Y si lo que hiciéramos hoy lo tuviéramos que repetir eternamente? ¿Cómo hacer algo que nos repele, que no nos gusta o que odiamos si sabemos que tendremos que hacerlo siempre así? ¿Cómo portarnos un día como unos cobardes o como unos pusilánimes si siempre, por toda la eternidad, cuando vuelva a llegar ese día nos tendremos que portar como cobardes o como pusilánimes?

Ciertamente parece que lo que se nos solicita en este caso es que seamos conscientes de nuestros actos, que nos los tomemos como si los tuviéramos que repetir cientos, miles, millones de veces. Así que si cuando vamos a hacer algo, si al pensar en esa repetición infinita las arcadas, los vómitos y la desazón se apoderan de nosotros, entonces, es mejor dejarlo pasar, es mejor no hacerlo o hacer otra cosa. Es mejor llevar a cabo solamente aquello que queramos repetir eternamente o, cuando menos, que no nos importase repetirlo.

En este último caso no es que nos creamos la metáfora, sino que la comprendemos, la asumimos y actuamos como si pudiera ser real.

Imagen: foro-identidad.blogspot.com.es