Objetos abstractos
Los objetos abstractos son ficciones útiles para describir algunos aspectos de la realidad. De no contar con esta herramienta conceptual, el mundo sería mucho más enigmático de lo que, de hecho, es. Decir qué es un objeto abstracto no es tarea fácil, sin embargo se da la circunstancia de que a mí me pagan por ejercer de filósofo de 500 a 800 palabras diariamente, de modo que no me queda más remedio que meterme en estos berenjenales. Como decía, los objetos abstractos son invenciones útiles para describir algunos aspectos de la realidad.
Habitualmente se le atribuyen a los objetos abstractos una serie de características, en un sentido negativo. Así, los objetos abstractos son inmateriales, imperceptibles y no participan en relaciones causales, ni causan ni son causados. Más que causados, podemos decir que los objetos abstractos son postulados. Dadas las particularidades de los objetos abstractos, el único modo que tenemos de acceder a ellos es nuestra mente. Esta no los puede ver, pero puede captarlos y pensar en ellos… al menos eso se dice.
1. Objetos abstractos eminentes
A lo largo de su teorizar sobre lo que le rodea, el hombre ha postulado una gran infinidad de objetos abstractos. Unos han tenido mucho éxito y son asumidos por todo el mundo, otros han quedado en el olvido, reducidos a meras piezas de museo, las cuales se estudian a través de textos, pero cuya existencia se niega o se duda.
Un ejemplo de objeto abstracto, es el eje de la Tierra, una línea imaginaria alrededor de la cual gira la Tierra. Bueno, el eje se postuló para explicar el movimiento de rotación de este bonito planeta. Resulta que la Tierra tiene un cierto tipo de movimiento y para explicarlo postulamos un objeto imaginario, el eje de la Tierra. El caso del eje de la Tierra, postulado por Nicolás Copérnico, es un caso de objeto abstracto eminente. Se postuló en el siglo XVI y aún se mantiene vigoroso. Todos creemos en su existencia. ¡Ahí está el eje de la Tierra, míralo!… Bueno no, ¡piénsalo!
Un ejemplo de objeto abstracto fracasado es la idea de bien. Esta fue postulada por Platón y servía para demostrar que la democracia ateniense era corrupta y que los sofistas eran unos charlatanes. La idea de bien vive allá, en el Mundo de las ideas. Uno la capta cuando muere y, cuando su alma vuelve a ser encarcelada en un cuerpo, la puede recordar, si practica la filosofía y no se deja embaucar por esa caterva de charlatanes que eran Gorgias y sus amigotes. Esta tuvo gran acogida en el mundo cristiano, que carecía de conceptos tan chulos. Los cristianos la adoptaron y la utilizaron para luchar contra los filósofos paganos, que les quitaban fieles. Finalmente la idea de bien se pulió más de la cuenta y hoy en día poco se sabe de ella, salvo lo que dijo Platón al respecto.
2. La utilidad de los objetos abstractos
La utilidad de los objetos abstractos se manifiesta en diversas formas. Por ejemplo, en matemáticas, los números son objetos abstractos que nos permiten contar, medir y realizar operaciones. Sin ellos, sería imposible llevar a cabo la mayoría de las actividades cotidianas que realizamos, desde comprar en el supermercado hasta construir edificios.
En el campo de la física, conceptos abstractos como la energía, la fuerza o el tiempo nos permiten describir y predecir el comportamiento del universo. Aunque no podemos ver ni tocar estos conceptos, su utilidad es indiscutible.
En el ámbito de la filosofía, los objetos abstractos nos permiten reflexionar sobre conceptos como la verdad, la belleza o la justicia. Aunque estos conceptos no tienen una existencia física, su influencia en nuestra forma de pensar y actuar es innegable.
3. La controversia de los objetos abstractos
A pesar de su utilidad, los objetos abstractos no están exentos de controversia. Algunos filósofos, como los nominalistas, niegan su existencia y sostienen que sólo existen los objetos concretos que podemos percibir con nuestros sentidos. Otros, como los realistas, defienden la existencia de los objetos abstractos y sostienen que son tan reales como los objetos concretos.
2. Conclusiones sobre el eje de la Tierra y la idea de bien
Lo que la experiencia muestra es que lo que convierte a un objeto abstracto en una entidad con cabida en nuestra ontología es el que sea un postulado útil. El eje de la Tierra es útil y se mantiene. La idea de bien es, tal y como están las cosas, una entidad inútil. No creemos que el bien sea una idea a captar y no creemos en que exista una cosa tal como la idea de bien postulada por Platón, por lo que hablar de tal cosa es hablar de quimeras.