Filosofía

Feminismo

Publicado por Malena

El feminismo representa el movimiento de lucha de las mujeres para equiparar sus derechos sociales, económicos y políticos con los derechos que gozan los hombres. No significa estar contra del hombre ni de ser como ellos, sino de obtener el lugar que les corresponde en la sociedad como mujeres independientes con la posibilidad de realizarse como personas.

Es una inquietud social que impulsa a las mujeres a tener las mismas oportunidades de educación que los hombres, la misma retribución por realizar su mismo trabajo, y la posibilidad de alcanzar la emancipación.

El feminismo comienza en el siglo XVIII, en la época de la Ilustración, corriente cultural europea que se caracteriza por la revisión, a la luz de la razón y de los hechos, de la cosmovisión y de la concepción del hombre en todas las áreas.

Los filósofos y las mujeres de letras del siglo XVIII son los que proporcionan las bases ideológicas para este movimiento; y los que exigen que el lema de la revolución francesa, de libertad, igualdad y fraternidad, se aplique sin distinción de sexos.

La primera expresión importante sobre este tema es la obra de la inglesa Mary Wolistonecraft, que con su obra “La Reivindicación de los derechos de la mujer”, publicada en 1792, provoca la reacción del cristianismo y de los defensores del rol de autoridad del padre de familia y del modelo de familia tradicional.

El Código de Napoleón, que posteriormente imitan los códigos europeos, termina con estas exigencias al imponer jurídicamente la dependencia familiar y económica de la mujer burguesa, limitando el derecho de propiedad de la mujer casada, al no poder disponer de sus propios bienes, no poder dirigir negocios sin el permiso de su marido, etc.

Sin embargo, la tendencia a la reivindicación femenina vuelve a emerger en la época de la industrialización, cuando se descubre que la participación de la mujer representa una fuente barata de mano de obra.

Los movimientos políticos de la izquierda socialistas son los que siempre han propiciado la emancipación económica, intelectual, social y política de la mujer. No obstante, a pesar del papel cada vez más importante que desempeña la mujer en la producción, aún hoy en día recibe una retribución menor que la de un hombre por el mismo trabajo y tiene menos posibilidades de acceso a algunas profesiones y a puestos de responsabilidad.

Recién después de la primera guerra mundial se generaliza el ingreso de la mujer al nivel de enseñanza secundaria y sólo después de la segunda guerra mundial, la mujer puede acceder a la enseñanza universitaria sin limitaciones.

En Inglaterra, el derecho al sufragio femenino tiene lugar en el año 1918; en los Estados Unidos en 1920 y en Argentina después de 1945.

En la actualidad aún persiste en el aspecto social una excesiva expectativa respecto a los deberes familiares que todavía recaen en la mujer y a la falta de aceptación de la libertad sexual femenina.

La mujer que desarrolla una tarea profesional suele tener una jornada laboral que no termina nunca, porque cuando sale de su trabajo tiene que continuar trabajando en su casa porque aún subsisten muchos casos en que no está plenamente establecida socialmente la división de las tareas del hogar y la crianza de los hijos.

Esta situación requiere ser encarada en forma racional, como un paso necesario para una genuina emancipación de la mujer en la sociedad.

La continuidad de estos desequilibrios es una de las razones que provocan rupturas conyugales, que podrían evitarse si se trasciende la polaridad dominación sumisión, que se caracteriza por la concentración del poder en el hombre y que descarta la participación de la mujer en la toma de decisiones.

La mujer también tiene que tomar conciencia de los derechos que tiene como persona independiente en la sociedad y atreverse a terminar con el estereotipo tradicional de mujer dependiente y sin raciocinio, para ser aceptada como tal, desarrollarse plenamente y ocupar el lugar que le corresponde.

Fuente: “Enciclopedia Británica”; “Enciclopedia Salvat”.