El Ser – Primera Parte
Concepto del ser:
El término ser tiene muchos significados y también hay muchas interpretaciones de cada uno de esos significados.
Se puede entender el ser como la esencia, y también como la existencia, a veces como el ente y otras como la substancia.
El cuestionamiento sobre el ser ha sido siempre, para los filósofos de todos los tiempos, un problema capital. Este problema se ha abordado desde diversas perspectivas y corrientes filosóficas, cada una aportando su propia visión y entendimiento del ser.
Aristóteles distingue entre el ser, y el hecho de que algo sea; y esto es lo que incorporan los filósofos medievales, la diferencia entre el ser y el ente. Aristóteles, en su obra «Metafísica», establece que el ser no es una categoría, sino que es lo que hace que las cosas sean lo que son, es decir, su esencia.
Los griegos se cuestionan sobre el problema de qué es y a quién debe atribuirse. Algunos piensan que el ser es un atributo de lo que es y otros que es algo más general que ninguna otra substancia determinada, hasta el punto que no es posible decir otra cosa de él, más que es.
Este es el problema de Parménides, que es tratado a fondo por Platón y por Aristóteles, cuando advierten que el hecho de ser general no significa que el ser sea el más elevado de todos los géneros. Parménides, en su poema «Sobre la naturaleza», sostiene que el ser es único, eterno e inmutable, y que todo cambio es una ilusión.
El ser aristotélico se puede interpretar de dos formas: como el ser más común de todos para todos los entes, y teniendo la extensión máxima; y el ser superior a todos y principio de todo. Para Aristóteles, el ser es la sustancia, es decir, lo que existe por sí mismo y no en otro.
Los escolásticos se ocupan de este tema muchas veces; algunos consideran que el problema del ser pertenece a la ontología general y otros que es objeto de la teología. La escolástica, con figuras como Santo Tomás de Aquino, desarrolla la idea de que el ser es analogado, es decir, que tiene un sentido principal y otros secundarios.
La propuesta de Avicena defendida por Santo Tomás, sostiene que la noción del ser es en primer lugar muy común o sea que es la primera que cae bajo la aprehensión. Avicena, en su obra «La curación», establece que el ser es lo primero que se capta en un objeto, y que todo lo demás se conoce a través de él.
No hay que confundir el ser como ente, con un género superior, como el ser trascendental, porque éste está en todos los seres y los trasciende. El ser trascendental, en la filosofía escolástica, es aquel que se encuentra en todas las categorías, pero que no puede ser reducido a ninguna de ellas.
Los escolásticos defienden además lo unívoco del ser, en tanto que para Kant, el ser no es un predicado real y para Hegel el ser se identifica con la nada. Kant, en su «Crítica de la razón pura», sostiene que el ser no es un concepto, sino una posición, mientras que Hegel, en su «Ciencia de la lógica», afirma que el ser y la nada son lo mismo, ya que ambos son indeterminados.
La idea común de varios filósofos contemporáneos es que el problema del ser se desvanece cuando se comprueba que se trata sólo de un verbo. Sin embargo, otros filósofos, como Martin Heidegger, han retomado la pregunta por el ser, considerándola como la cuestión fundamental de la filosofía.
La pregunta por el ser:
Los griegos son los que comienzan a preguntarse sobre el ser de las cosas. Algunos pensadores creen en dos posibilidades: en la posibilidad de que las cosas tengan un ser y en la posibilidad de que el ser pueda ser descubierto.
Antes de la filosofía, hubo hombres que también se preguntaban por el ser de las cosas. Esas preguntas se refieren a alguien superior, o sea Dios, los dioses o el Destino, entidades únicas capaces de dar una respuesta.
Los griegos en cambio, suponen que para encontrar al ser no se necesita auxilio exterior, o sea que la contestación la tiene el ente interrogante. Esta idea se refleja en el mito de la caverna de Platón, donde el prisionero, al liberarse de sus cadenas, descubre por sí mismo la realidad del ser.
Suponen también que el ser de las cosas no está a la vista y lo que se ve en la realidad es falso, o sea la apariencia. El ser hay que descubrirlo, porque no está presente, está ausente, y este ser es un ser permanente.
Si el ser está encubierto consiste en la esencia y puesto que el ser debe existir en alto grado, consiste en la existencia. Esta idea se desarrolla en la filosofía de la existencia, donde el ser es entendido como un acto de existir.
Esta dialéctica de la esencia y la existencia depende del sentido de la pregunta por el ser. La pregunta por el ser, en la filosofía contemporánea, se ha convertido en la pregunta por el sentido del ser, es decir, por su significado y su finalidad.
(continúa en segunda parte)
Fuente: “Diccionario abreviado de Filosofía”, José Ferrater Mora.