La Leyenda del Rey Arturo
Cuídate de los que conoces que pueden ser peligrosos, porque los extraños nunca son sospechosos.
No se sabe si el mito del rey Arturo surgió de un personaje real o si fue producto del imaginario colectivo, pero lo cierto es que se trata de otra alegoría más sobre la influencia de las pasiones humanas, en el destino de las personas vinculadas con el poder.
En tiempos del medioevo existió un rey que gobernó territorio británico con sabiduría y valentía logrando la unificación de la región con la ayuda de los Caballeros de la Mesa Redonda, característica que les ofrecía a todos ellos un lugar con la misma jerarquía con respecto al rey.
Las virtudes de estos caballeros les permitieron formar parte de este grupo selecto de colaboradores del rey y sus historias relatan sucesos heroicos sobre la vida de cada uno de ellos con características mágicas.
Los caballeros de la mesa redonda fueron los más célebres buscadores del Santo Grial, una apreciada reliquia del cristianismo que fue utilizada por Jesús en la última cena y que sólo los puros de corazón eran dignos de su búsqueda.
El Rey Arturo fue educado desde niño en la virtud por la sabiduría del mago Merlin, quien había sido hijo de una monja y un demonio y criado por Nimue, de quien aprendió el arte de la magia.
Este monarca condujo los destinos de su pueblo en forma pacífica con la ayuda de los caballeros de la mesa redonda hasta que la deslealtad y la traición llevaron a su reino a la desolación.
Lancelot, uno de sus caballeros, sucumbió a los encantos de la esposa del Rey, Ginebra, quien cometió adulterio. Fue considerado indigno de continuar la búsqueda del Santo Grial y finalmente cedió sus posesiones y se convirtió en monje.
El rey sufrió también la traición de su hijo ilegítimo Mordred, convertido en caballero, quien aprovechó su ausencia para conspirar contra él, tomar el poder y desposar a Ginebra.
En esta oportunidad es cuando Arturo pierde la vida, víctima de las heridas recibidas al enfrentarse con su hijo.
Gracias a Merlin el Rey Arturo pudo gobernar a su pueblo con sabiduría durante mucho tiempo, hasta ser sorprendido por la deslealtad y la traición de las personas más cercanas a él y en quienes había depositado su confianza.
Esta leyenda es una verdadera alegoría sobre la suerte que les depara a las personas que alcanzan el poder, aunque se trate de sabios y virtuosos, debido a la codicia de sus más allegados.
El poder y sus privilegios generan las peores pasiones humanas, principalmente en aquellas personas ligadas por una relación de parentesco.
Nada hay más estimulante para la codicia que el poder y quien lo sustenta nunca está libre de conspiraciones urdidas casi siempre por sus allegados.
Las relaciones de parentesco no son un obstáculo sino una ventaja para apoderarse del poder; ya que se suelen aprovechar para concretar las ambiciones.
Nadie perdona el éxito de un poderoso, ni siquiera su propia familia que se convierte en un foco de intrigas palaciegas con fines espurios.
No obstante, la muerte del Rey Arturo no fue definitiva, porque su pueblo espera que algún día retorne para volver a gobernar su reino.
Es el anhelo de todos los hombres, un gobierno ideal, pacífico, virtuoso y justo, libre de corrupción y con la suficiente sabiduría para conducir con equidad los destinos de su pueblo.