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Tordesillas y el consumo responsable

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Tordesillas es una localidad de Valladolid, España, que recientemente ha adquirido una gran significación desde un punto de vista moral. No es que sea un pueblo de héroes dirigidos por el bien y la buena voluntad, al contrario. Su fama se debe a sus tradiciones, concretamente, al Torneo del Toro de la Vega, que se ha celebrado hoy con la muerte del toro, este año ha sido Elegido. Al torneo ya le hemos dedicado algunas palabras en este blog. Aquí vamos a tratar de algunas cuestiones morales y políticas relativas a Tordesillas y derivadas de esta tradición salvaje.

Tordesillas-boicot-consumo responsable

Nuestro deber moral, desde un punto de vista ético, es boicotear Tordesillas.

La obligación moral de imponer normas a los tordesillanos

Desde un punto de vista moral, los habitantes de Tordesillas (entendiendo «los habitantes» en un sentido abstracto) son incapaces de gobernarse a sí mismos sin ser éticamente despreciables, esto es, tienen costumbres y tradiciones que son reprobables, no por feas o desagradables, sino por dañinas y crueles. Un toro es perseguido, alanceado y asesinado simplemente por diversión.

Dado que los tordesillanos no están a favor de dejar de practicar esta costumbre tan deleznable, el deber de sus vecinos es prohibirles llevar a cabo tal costumbre. Lo de «sus vecinos» lo entendemos aquí en un sentido amplio: nos referimos a todo el mundo, es decir, al mundo que circunda a Tordesillas.

Poder político y decadencia moral

El perfeccionamiento moral de los individuos no tiene por qué depender de las decisiones políticas, pero sí que es una obligación política evitar la decadencia moral del pueblo. Las costumbres y tradiciones dañinas y crueles deben ser prohibidas. Sencillamente, no es autoritarismo evitar que en Tordesillas se asesine cruelmente a un toro cada año, como no es autoritarismo evitar que los asesinos asesinen, los violadores violen o los ladrones roben. Las personas que persiguen a un toro con una lanza, lo hacen sufrir y lo matan solo por diversión están al mismo nivel que asesinos y violadores, desde un punto de vista ético.

El deber de cada uno y Tordesillas

El actual sistema político impide que la fiesta de Tordesillas sea prohibida. En la práctica, parece que todo está perdido. Únicamente, un hipotético motor de la historia que nos dirige hacia un progreso futuro en el que la barbarie no existirá parece que acabará con la sádica tradición del Toro de la Vega. Sin embargo, motores de la historia aparte, es obligación de todo el mundo, esto es, de cada individuo, imponer a los tordesillanos un correctivo para su moral deleznable.

Obviamente, la palabra «imponer» tiene aquí connotaciones que sugieren actos violentos. Y es cierto que la violencia es un modo de imposición de correctivos morales. Sin embargo, este tipo de métodos sería incoherente con la moral de aquellos que vemos el Toro de la Vega como una costumbre deleznable. Desde este punto de vista, hay otras formas de imponer correctivos morales que no son violentas, pero sí que son efectivas.

Boicot y consumo responsable: una medicina ética para Tordesillas

Cuando una empresa, país, pueblo, región, etc. comete actos moralmente reprobables, los que consideran reprobables tales actos tienen la obligación moral de boicotear a dicha entidad. En el caso que nos traemos entre manos, nuestra obligación es boicotear a Tordesillas. Estaríamos llevando a la práctica un consumo responsable o ético. Esta es una medida de presión puntual, a través de la cual se pretende que los tordesillanos dejen de lado su tradición abominable.

Ahora bien, en el caso de Tordesillas, que es un pueblo pequeño y produce poco, el boicot puede no resultar suficientemente efectivo, esto es, lo suficiente como para que los mismos tordesillanos dejen de llevar a cabo dicha práctica. Desde esta perspectiva, el boicot ha de llevarse a cabo a un nivel más amplio, de tal modo que exista una presión efectiva no solo dentro de Tordesillas, sino desde fuera, a nivel de las administraciones políticas de las que depende. Así, dicho boicot debería realizarse a nivel provincial y autonómico, dejando de consumir productos tordesillanos, vallisoletanos y castellanoleoneses hasta que tal barbarie deje de realizarse.