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Filosofía Antigua

Publicado por Malena

La vida del hombre antiguo privilegiado tenía dos propósitos, ser guerrero o filósofo.

En el siglo V antes de Cristo, en Grecia, los varones de familias acomodadas sólo tenían dos opciones aceptables para elegir, de acuerdo a sus características individuales: la guerra o la sabiduría.

Apodoro, hijo de Aeliano, tenía trece años cuando su padre lo envió a casa de un sabio oriental para que esclareciera su camino.

El hombre le indicó que tenía que seguir la senda de los dioses porque para ello había nacido, y fue así que al poco tiempo el adolescente ingresó en la escuela de Tales de Mileto.

Era como conquistar un nuevo mundo. Su vida, que hasta ese momento había sido para los placeres, se convirtió en un calvario, pero no tardó mucho para darse cuenta que estaba transitando el rumbo correcto para cumplir su destino.

Los discípulos estaban organizados en base a estrictas normas de disciplina y el ascetismo y la rectitud eran las virtudes más apreciadas.

Esos compañeros de ruta fueron sus mejores amigos, con los cuales podía intercambiar las profundas ideas que germinaban en su mente.

Veinte años pasaron y se convirtió en un sabio. Después de muchas investigaciones, había logrado escribir varios libros sobre la naturaleza y sobre las observaciones minuciosas que había realizado de los astros; y hasta había inventado algunos instrumentos de medición, muy importantes en cuestiones de Astronomía.

Este filósofo creía, como otros griegos, que el principio de todas las cosas existentes era de naturaleza indefinida y que de ella habrían emanado los elementos contrarios. Este cosmos era pues dinámico y temporal surgido de esa misma cosa eterna e infinita y tendría su fin en el mismo principio único, desde donde volverían a nacer otros universos eternamente.

Intuía acertadamente como otros filósofos, al igual que algunos científicos actuales, que existirían también mundos infinitos, simultáneos o sucesivos, parecidos o muy diferentes al nuestro.

La filosofía antigua no solo se limitaba a la búsqueda de la verdad y el conocimiento, sino que también se centraba en la ética y la moral. Los filósofos antiguos creían que la verdadera sabiduría no solo implicaba la comprensión del mundo, sino también la capacidad de vivir una vida virtuosa. Sócrates, uno de los filósofos más famosos de la antigüedad, argumentaba que la virtud era la forma más alta de conocimiento y que la vida buena era aquella que se vivía en búsqueda de la virtud.

Además de la ética, los filósofos antiguos también se centraban en la lógica y la retórica. Aristóteles, por ejemplo, es conocido por su trabajo en lógica y argumentación. Su obra «Organon» es considerada uno de los primeros tratados de lógica y sigue siendo una referencia en el campo hasta el día de hoy.

Un cuento para pensar

Sucedió una vez (º)

Una lluviosa noche, casi al filo de la madrugada, en un viejo café de una esquina de la ciudad, se reunieron viejos amigos intelectuales, para hablar de esas cosas de la vida que por lo general el común de la gente no se cuestiona.

Quizás la fuerza de los elementos los inspiraba, por eso alguien comenzó la conversación con el tema de la gran paradoja del Universo.

Algunos, arriesgaron algunas respuestas hasta que uno de ellos se refirió a una teoría muy antiguo, de más de cinco mil años atrás.

Aclaró a quienes lo escuchaban, que este conocimiento oculto fue celosamente guardado por muchos siglos para convertirse posteriormente en la fuente de inspiración de filosofías y religiones occidentales.

Ante el interés que causó esta afirmación, continuó explicando que estas enseñanzas se basaban en el dominio de las fuerzas mentales, siendo su principio fundamental el supuesto que sostiene que el Universo es mental.

Significa que vivimos en la mente del creador y si aceptamos las leyes que

gobiernan el Universo, sólo con el poder de la voluntad, es posible cambiar de un estado

mental no deseado a otro, neutralizando la oscilación rítmica pendular que tiende a

arrastrarnos hacia ambos lados de los opuestos.

La mente, así como todos los metales y demás elementos, pueden ser transmutados, de estado en estado, de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de

vibración en vibración. Es un arte, un método, y sólo se logra fijando la atención en el

estado deseado. Por ejemplo, si tenemos miedo, es inútil perder el tiempo tratando de

matar el miedo, sino que lo que debemos hacer es cultivar el valor, fijando la atención en ello; sólo así el miedo desaparecerá.

Ya era de día y los amigos se despidieron; sin antes comprometer a su elocuente amigo para una próxima reunión, sumamente interesados en comprender esta doctrina.

(º) basado en “El Kybalion”