Filosofía

El Orden

Publicado por Malena

Vivimos en un mundo desordenado y confuso, donde reina la violencia y la división entre los seres humanos.

Se podría suponer que el mayor interés de cada persona tendría que ser recuperar el orden en su vida y también producir orden en todo lo que la rodea; porque el yo es parte de la cultura y la cultura es desorden.

¿Cómo se puede producir orden sin que se convierta en una rutina, en un hábito mecánico o en una neurosis obsesiva que no es un orden sino un desorden?

En primer lugar hay que tener orden en lo físico, sin volverse rígido ni encerrarse en un esquema estructurado creyendo que eso es orden, sino respetando una disciplina, estando atento y a la vez siendo sensible, porque esto repercute en la mente.

Luego hay que mantener la mente en orden, funcionando como un todo coherente, no en forma fragmentada, siendo esclava de deseos contradictorios impuestos por el pensamiento.

La idea de orden que tenían las antiguas generaciones generó desorden en todo el mundo, en todas las naciones, en la economía, en los negocios, en la religión y en todos los demás sectores de la sociedad.

Como reacción, surge una nueva generación permisiva, opuesta a ese desorden pero que también implica como toda reacción, más de lo mismo, mucho desorden.

La mente, acostumbrada a vivir en un permanente estado de contradicción, con un pensamiento lleno de imágenes construidas sobre lo que es y lo que debería ser, no puede tener un orden completo ni psicológico ni fisiológico.

Todo el mundo está convencido de que no se puede vivir en el desorden y cada uno tiene su propia fórmula para lograrlo; algunos recurren a una religión y otros a sus propias creencias personales.

¿Pero es posible lograr orden en la propia vida y a nuestro alrededor con reglas impuestas desde afuera a través de la imitación, haciendo lo que dicen otros según distintas doctrinas; o existe otra forma de lograr orden que no sea seguir los mandatos de un determinado modelo?

El control no es orden, es represión, ajuste y división entre el observador y lo observado, no permite ver la realidad total sin distorsión alguna, porque el control produce conflicto y donde hay conflicto hay distorsión.

Krishnamurti afirma que se puede actuar y producir orden sin necesidad de control y que sólo una mente así puede vivir sin contradicciones y saber lo que es el amor.

La disciplina no significa ejercitarse, ajustarse, reprimirse; quiere decir aprender y solamente una mente que está siempre aprendiendo está en orden; porque la mente que dice que sabe, que ya ha aprendido es la que está en desorden, la que tiende a hacerse mecánica, a ajustarse, a reprimirse, la que depende del control y del acatamiento.

Aprender significa liberarse de las creencias, de la experiencia y de los conocimientos de los demás, porque todo eso ha producido confusión, sufrimientos, la división entre los hombres y las guerras.

Aprender es observar lo que es y aprender de ello. El mismo acto de aprender exige orden, una mente curiosa, que no sabe, que ansía descubrir; porque detrás del deseo de amoldarse a determinadas pautas culturales está el miedo.

Una mente libre es la que no está fragmentada, que niega el desorden, que se ha liberado del miedo y por lo tanto ha encontrado el orden, la capacidad de aprender.

Esta mente puede andar por la vida completamente alerta y sin prejuicios, aprendiendo y negando la acción de toda la cultura que produjo el desorden.

Encontrar el orden es tener el coraje de mirarse a sí mismo como uno realmente es, que es un arduo trabajo, un constante atento observar sin juzgarse o evaluarse.

Fuente: “La persecución del placer”; J. Krishnamurti.