Aristóteles y la Tragedia
La tragedia en el arte es útil para iluminarte
La tragedia para Aristóteles, desde el punto de vista artístico, consiste en imitar situaciones serias con lenguaje elocuente y pulcro, dándole un carácter completo y espectacular, marcando cada segmento con secuencias dramáticas que movilicen las emociones más intensas y que signifiquen la expiación de tales pasiones.
Lo más importante de una tragedia es su trama que representa el propósito de la misma y que se manifiesta a través del comportamiento de los personajes frente a las situaciones de la vida, expresando en ellas toda forma de dicha o miseria humana.
Aristóteles considera que la tragedia no es el lugar adecuado para debatir temas filosóficos, porque no debe ser demasiada vasta en su extensión; y tampoco se tiene que concentrar únicamente en lo que le ocurre al héroe, porque tiene que mantener una unidad de acción que tenga en cuenta todo el conjunto de situaciones.
Los estados emocionales de los protagonistas no deben pasar de la desdicha a la felicidad porque esta clase de representación no inspira ni espanto ni piedad, de modo que lo mejor es proyectar un tipo intermedio cuyo sufrimiento provenga más de sus errores de juicio que de su característica maligna, y tampoco es conveniente representar directamente un crimen brutal en el escenario.
Según Aristóteles la finalidad de la tragedia es provocar piedad y terror para que sea posible la “catarsis” o exteriorización de estas emociones.
Se presume que Aristóteles entendía por “catarsis” la purga o eliminación temporal de las emociones, o sea que el arte se convierta en un escape placentero y no perjudicial para aliviar el alma.
Supone que resulta beneficioso y saludable tener la oportunidad de excitarse y descargarse por la vía artística durante un proceso que a la vez resulte grato.
Las personas místicas pueden liberarse de sus cadenas escuchando melodías que equilibran el alma y la purifican.
Quienes se sienten influidos por la piedad o el terror experimentan algo parecido, son conmovidos por algo que los afecta y logran purificarse de algún modo y sus almas son liberadas.
Para Aristóteles, esta “catarsis” no tiene un significado ético o moral sino más bien representa una manifestación orgánica psicofísica.
La tragedia aparentemente tuvo sus orígenes en el culto a las divinidades, a partir de los cánticos rituales que también intentaban la purificación y la redención.
En nuestros días existe una técnica terapéutica denominada “rol playing” en psicoterapia grupal, que consiste en interpretar distintos papeles para lograr tomar mayor conciencia y comprensión del otro, al darse cuenta de sus sentimientos poniéndose en su lugar, sintiendo como él y de ese modo poder resolver los desequilibrios
La supervivencia de toda manifestación artística clásica explica la necesidad humana de identificarse con los personajes y capitalizar las experiencias.
La tragedia clásica permite ver reflejadas en el escenario distintas formas de comportamientos humanos enfrentando las pasiones comunes de la vida como un todo, ofreciendo la posibilidad de abarcar la perspectiva total de la existencia, y experimentar la consecuencia de las acciones y la expiación de los errores.