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La crisis de la modernidad

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

La crisis de la modernidad hace referencia a la crisis de un paradigma, de una concepción de la realidad, de la historia, del hombre, de las relaciones sociales, etc. del que se toma conciencia a finales del siglo XVII, pero que empezó a fraguarse a finales del siglo XV. Tras cinco siglos, se dice que la modernidad ha entrado en crisis, que ha dado de sí todo lo que tenía que dar. A este respecto hay quien piensa que habría que reformar el paradigma, básicamente superar lo negativo y quedarnos con lo positivo. Otros, creen que la concepción moderna era equivocada desde el primer día y que más nos valdría romper con todo y empezar de nuevo. También se ha defendido que, en realidad, el paradigma moderno está bien y que hemos de continuar desarrollándolo. Estas opiniones se defienden con argumentos poderosos y formuladas de forma más precisa de lo que lo hemos hecho nosotros aquí, sin embargo nuestros fines son más humildes. Queremos mostrar algunos aspectos en los que se pone de manifiesto la crisis de la modernidad.

La crisis de la modernidad

1. La crisis de la modernidad a nivel de individuos

Cuando decimos, a este nivel, que la modernidad está en crisis queremos decir que vivimos en un mundo de individuos serviles, en un mundo en el que los individuos se han fundido para formar un rebaño, siendo más gregarios que sociales. En el paradigma moderno se han fraguado individuos con un autoconcepto erróneo. En general, a nivel individual está muy extendida la idea según la cual uno está solo en el mundo, aunque esté rodeado de otros. Se piensa que lo que a uno le pasa, los demás no lo pueden entender, pues solo uno sabe por lo que está pasando, quién es realmente, lo que piensa, etc. La idea de fondo es que lo que yo soy tiene una doble clara, lo que ven los demás y lo que yo solo sé de mí, lo que realmente soy, inaccesible para los demás. De aquí al autoengaño o a huir de la realidad mediante el alcohol, las tragaperras, las drogas, etc. solo hay un paso. Y quienes no optan por estas vías de escape, viven al borde de la neurosis. Esto sin contar con otros daños que sufre el individuo como efecto de la modernidad, tales como estrés, cáncer, mala alimentación, efectos de la contaminación, etc.

2. La crisis de la modernidad a nivel político

A nivel político la modernidad trajo consigo el nacimiento del estado-nación, el cual hoy está en crisis. Los primeros de la historia fueron Francia, España y Portugal. En el estado-nación y de forma más tardía, nació la democracia representativa. Ambos inventos fueron concebidos en pecado de ahí que hoy en día estén en crisis. El estado-nación nació porque a los reyes de España, Francia y Portugal se les ocurrió, en el siglo XV, centralizar el poder de todo un territorio, unificando sus regiones. Antes de los estados-nación había pequeños reinos y feudos, los cuales se unieron militarmente contra un enemigo común, los musulmanes. Estas uniones militares pasaron a enlaces matrimoniales y, de ahí, a uniones territoriales. Más adelante en el tiempo, rodaron las cabezas de algunos reyes europeos, sobre todo en Gran Bretaña y Francia, lo que dio lugar a la democracia representativa, que era la única adecuada a los estados-nación, cuyo poder está centralizado. La democracia representativa, por su parte, empieza a hacer aguas, en el momento en que se convierte en depositar una papeleta en una urna y cediendo el poder que cada uno tiene a unos pocos elegidos, quienes después lo ejercen sin rendir cuentas a nadie, pues si son derrotados en las urnas siempre les esperan sus deudores.

Por su parte, los estados-nación están siendo engullidos por otro ente político mayor, la unión de estados. El caso paradigmático está en los estados europeos y la Unión Europea, donde los primeros ceden su soberanía a la segunda.

3. La crisis de la modernidad a nivel económico

El gran paradigma económico triunfante en la modernidad fue el liberalismo económico y así nos va. Hoy en día las grandes corporaciones gobiernan el mundo a sus anchas. La riqueza global aumenta, pero su distribución es cada vez más injusta y desigual. Los poderes públicos trabajan para el capital y los errores del capital los paga el pueblo. Algo que solo se puede conseguir con la democracia representativa, pues es más fácil comprar a unos cuantos diputados que a varios millones de ciudadanos y gracias a que los ciudadanos viven prácticamente incomunicados y como neuróticos, cuando no son adictos al juego, la comida rápida, la televisión, el alcohol, las drogas, etc. Nunca ha muerto tanta gente de hambre como muere cada semana, los niveles de desempleo están por las nubes, se expulsa a la gente de sus casas, etc. Los países, por su parte, tienen niveles de deuda con los bancos que jamás se podrán pagar.

4. La crisis de la modernidad a nivel medioambiental

La idea de que la naturaleza está ahí para nosotros es muy antigua. En el Génesis ya se apunta hacia ello. Por su parte, esta era la concepción moderna que se manifiesta en los textos de Francis Bacon. Sea como fuere, consideramos el medio que nos rodea como una especie de vertedero y como un enorme depósito de suministros, sin ninguna otra consideración. Esto ya está pasando factura. En muchas grandes ciudades, como por ejemplo Madrid, no se puede vivir de la polución que hay. Se llegó a decir en el año 2010 que vivir en Madrid era más perjudicial que consumir cocaína. En algunas islas del océano Índico, por otra parte, la vida se ha vuelto imposible debido a la crecida del nivel del mar, lo que ha llevado a su evacuación. Todo indica que nuestra forma de vida consumista en insostenible.

5. La crisis de la modernidad a nivel científico-técnico

A nivel científico-técnico nos encontramos con que, por un lado ha habido avances incuestionables, pero por otro ciertas prácticas e ingenios son un desastre. Las farmacéuticas juegan con la salud de las personas por el bien de sus beneficios. El desarrollo tecnológico es cada vez más contaminante, pues está más orientado al consumo masivo que al beneficio común. A nivel científico, cuando la investigación no sigue intereses privados que revertirán negativamente o nada en la sociedad, no tiene con qué financiarse. En el fondo, lo que queda del paradigma moderno a este nivel es un bonito mito sobre el método científico.

Imagen: labola.wordpress.com