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La noción de sustancia en Aristóteles

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Una de las nociones centrales de la filosofía, al menos hasta el siglo XX, es la noción de sustancia, la cual ha recibido diversos tratamientos desde la antigüedad hasta la época contemporánea. Desde Aristóteles a la crítica de Heidegger, el concepto de sustancia atraviesa casi toda la historia de la filosofía. Por ello, no podemos dedicarle una entrada a tratarlo como tal, sin que esta sea enormemente larga. En su lugar, en sucesivas entradas veremos cómo ha sido entendido este concepto en diversas épocas y qué papel ha desempeñado en los posicionamientos metafísicos de los diferentes autores.

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En esta caricatura se explota el concepto de sustancia primera de Aristóteles

Como no podía ser de otro modo, comenzaremos por Aristóteles (384-322 a. C.), quien fue el primero en elaborar una teoría sistemática acerca de la sustancia y su papel en la estructura de la realidad.

La concepción general de la sustancia en Aristóteles

El Estagirita distinguió entre dos tipos de sustancias: la sustancia primera y la sustancia segunda. El nombre que les puso a cada uno de estos tipos no era casual, pues lo de «primera» y «segunda» hace referencia a la estructura misma de la realidad. En efecto, para Aristóteles existe un prioridad lógica y ontológica de la sustancia primera sobre la sustancia segunda, de ahí los nombres de ambos tipos de sustancia.

La sustancia primera

Son varios los textos en los que el Estagirita habla acerca de la sustancia primera. Así, en las Categorías dice que sustancia (primera) es lo que no se afirma de un sujeto ni se halla en un sujeto. Aunque a primera vista la definición tiene un carácter eminentemente abstracto, Aristóteles nos está hablando en realidad de los individuos concretos, esto es, sustancia es este perro, este gato o esta manzana particular. Desde este punto de vista, la sustancia primera es el ser individual acerca del cual podemos decir algo, predicar algo.

De un gato individual se puede decir que «es un gato» y con ello le habremos puesto nombre a una sustancia primera, la cual, en tanto tal, no tiene nombre (el gato individual es gato antes de que nosotros digamos de él que lo es). La sustancia primera se sostiene por sí misma y no es necesario atribuirle nada más para que se sostenga. Es el sustrato, lo que está debajo de todo lo demás (la gordura del gato, el color del gato, el tamaño del gato, etc.)

Además de ser individual, la sustancia primera tiene otra característica propia, a saber, es única: cada individuo, gato, hombre o planta, es único, idéntico a sí mismo y distinto de toda otra cosa. Es ontológicamente independiente, se basta a sí misma para ser lo que es y no necesita de otra cosa para existir.

La sustancia segunda

Además de la sustancia primera, Aristóteles habló de la sustancia segunda, la que se puede predicar de la primera. Dada un gato individual, podemos decir que «es un gato», que «está gordo», «sentado», etc. Todos estos predicados, se pueden hacer de un gato en tanto que es una sustancia primera, un sustrato de atributos. Tal y como el Estagirita lo expresó en las Categorías:

«Se llaman sustancias segundas las especies las especies a las que pertenecen primariamente las llamadas substancias, tanto esas especies como sus géneros; por ejemplo, el hombre individual pertenece a la especie hombre, y el género de esta especie es animal; así estas substancias, como por ejemplo, hombre y animal, se llaman substancias segundas».