El Error
El error es una forma de aprender, pero también es un hábito muy costoso, porque la mayoría de las veces deja profundas huellas y determina el destino de la vida.
Hay errores pequeños que no producen grandes consecuencias y que hasta pueden ser útiles pero hay grandes errores que son irreparables.
La mayoría de las veces, los grandes errores se pueden evitar si la persona se puede sustraer de las influencias del entorno, que muestran algunos comportamientos como naturales y puede discriminar qué es falso y qué es verdadero y esencial
El camino del error es el que por lo general no tiene ningún obstáculo, el más placentero, el que ha sido allanado por la infinidad de mortales que lo transitaron y que no han vuelto de ellos.
La senda que señala el error atrae al ser humano con gran astucia, pareciendo ser la mejor, la oportuna que está de onda, la que siguen todos los que se quieren parecer para no ser tildados de retrógados.
En realidad, la gente sabe bien lo que está bien y es correcto y que nunca produce consecuencias desagradables; sin embargo hay un mecanismo que se desencadena ni bien los deseos y la necesidad de aprobación se manifiestan, que hacen marchar al archivo del inconsciente todos los genuinos propósitos, para dar rienda suelta a todas las pasiones.
Sin embargo, ese material archivado en el inconsciente se mantiene agazapado esperando la oportunidad para pasar la factura.
Por ende se podría inferir que cuando toda la humanidad sea más consciente se cometerán menos errores y tal vez el hombre como especie podría evitar el sufrimiento y ser más feliz.
Se puede afirmar que hay gente que se equivoca más que otra, como una manera de ser, un hábito autodestructivo que lo lleva a tomar únicamente decisiones erróneas, y que lo conducen indefectiblemente al fracaso de su vida.
La mayoría de las veces, esta tendencia es inconsciente, otras tal vez puedan ser medianamente conscientes en un afán de autocastigo.
Pensar mal nos predispone a actuar peor y a crear un condicionamiento que llevará a una forma de ser que determinará un inexorable destino.
Existen dentro de cada uno de nosotros grandes fuerzas internas, cuyo mejor o peor manejo puede llevar a establecer un modo de relación y una orientación en la vida.
La vida de las personas se caracteriza de este modo por la reiteración de comportamientos que dan lugar a una manera de ser o a un carácter. Genio y figura hasta la sepultura dice el refrán y es cierto que es difícil liberarse de los condicionamientos.
La forma de ver el mundo tiene un solo enfoque, el del protagonista, mientras los enfoques de los actores de reparto, que son significativos para el sujeto no son conscientes.
Esa manera de ser y de ver el mundo estructura la manera de pensar, de actuar, de relacionarse, de vivir la vida y también de morir.
Las tendencias naturales que subyacen en cada uno de nosotros tienen el objetivo de asegurar la supervivencia, creando a la vez experiencias básicas que son asociadas con las conductas habituales para posteriormente adoptar un modo de actuar para relacionarse con el mundo.
Según hayan sido vividas esas experiencias básicas así será el patrón de comportamiento habitual en el futuro, desarrollando y manteniendo consciente lo que le da sentido a una vida y mandando al terreno de la sombra lo que a esa persona no le sirve.