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Filosofía y Arte

Publicado por Malena

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En cada actitud, cada conducta, cada producto humano, cada forma de vivir las experiencias, subyace una forma de ver el mundo, una cosmovisión, un modo de pensar personal sobre uno mismo, la vida y la realidad.

Aurora es una mujer de mediana edad, tiene dos hermanas y pertenece a una familia tradicional. Su padre, ya fallecido, fue militar y su madre, que ya es anciana, fue profesora universitaria y actualmente vive en una residencia geriátrica.

Se recibió de abogada y ejerció algunos años su profesión hasta hace poco tiempo y actualmente ya no ejerce.

Siendo muy joven abandonó la casa paterna y se mudó a un departamento donde vivió con su novio hasta que se casaron.

De ese matrimonio nació un hijo, pero después de quince años de casada, cuando éste ya tenía 12 años, quedó viuda.

Fue una etapa muy amarga que le costó superar y en la que sólo le importaba su hijo.

Pero como el tiempo cura todas las heridas de la vida, después de algunos años pudo recuperarse, dedicándose a la pintura y a la escultura, pasiones que no había podido desarrollar siendo más joven.

Después de una relación amorosa breve con alguien que la defraudó, conoció a alguien que le dio la esperanza de volver a pensar que todavía podía ser feliz y después de unos meses de conocerse se casaron, con la aprobación de su hijo que ya tenía 16 años.

Aurora goza de un excelente nivel de vida, su hijo es muy inteligente y responsable, su marido la ama y la hace feliz; sin embargo ella siente que le falta algo.

Viene a la consulta con un interrogante: ¿y ahora qué?

Me confiesa que siempre fue muy racional y que en su vida no hubo ninguna posibilidad de desarrollo espiritual, ni tampoco interés por parte de ella, ya que sus padres también pensaban lo mismo.

Su forma de pensar es que sólo existe el cuerpo físico y la mente; y los pensamientos y las ideas son el resultado de la actividad reflexiva y la memoria que producen las necesarias conexiones nerviosas como para descubrir algo nuevo; y lo más próximo a la verdad es el conocimiento científico.

El arte para ella, no tiene nada de espiritual, es sólo destreza física, entrenamiento y sentido estético.

Aurora expresa a través de sus obras su modo de pensar, una técnica prodigiosa que le da unos resultados asombrosos en cuanto a la perfección de las formas y la fidelidad en captar los colores, pero sus obras no tienen alma. Son como las fotografías de un calendario.

Cada uno de sus trabajos tiene una función, el despliegue de una técnica refinada y pulcra, pero sin ningún significado.

Por eso será que no pudo destacarse en su trabajo ya que su arte no expresa ningún sentimiento ni emoción personal; sino sólo un estilo descarnado y frío que no refleja más que trazos armónicos pero sin intenciones ni estilo propio.

Es como un pianista con una impecable técnica que no puede plasmar en sus interpretaciones su estilo y su personalidad.

El cuestionamiento sobre la naturaleza de la realidad de estas personas permanece a mitad del camino, y también sus obras. Sólo existe un aspecto del mundo que aceptan ver, en el que creen y pueden mostrar y el otro lado de las cosas queda sin cuestionar.

Porque su modelo del mundo no permite el misterio, ya que todo tiene que tener una explicación racional y si no la tiene no existe.

En sus vidas todo tiene la dimensión de lo concreto, no hay lugar para los símbolos ni las metáforas.