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Reencarnación-Tercera Parte

Publicado por Malena

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Fueron tres los acontecimientos que erradicaron la idea de la reencarnación en Occidente. El primero fue su condena por el Concilio celebrado en Constatinopla en el año 543. El segundo fue su rechazo en el Concilio de Lyon en 1274 y en el de Florencia en 1439 y el tercero fue la persecución realizada principalmente por la Inquisición y las Cruzadas.

Las sectas de los gnósticos-cristianos, que eran alrededor de setenta y dos en la Edad Media y que se extendieron por Europa y Asia, creían que las vidas de la gente bondadosa era recompensada con la reencarnación como personas afines para desarrollarse aún más espiritualmente, mientras que los perversos se reencarnarían como seres defectuosos con vicios hereditarios.

El Nuevo Testamento habla de la resurrección de Cristo y de su promesa a los hombres de la resurrección de la carne en el Juicio Final para los que crean en Él y estén libres de pecado. Los cuerpos y las almas irán al Cielo, que será parecido a la tierra, donde se reencontrarán con sus seres queridos y vivirán una vida eterna y perfecta.

Giordano Bruno (1548-1600) en su obra “La expulsión de la bestia triunfante” menciona que el alma sin cuerpo puede pasar a otro cuerpo. Pero sus ideas sobre la reencarnación y la inmortalidad lo llevaron a morir quemado en la hoguera por la Inquisición. Afirmaba que las oportunidades perdidas en la vida afectaban la vida posterior provocando la reencarnación en otra vida en un cuerpo peor aún o bien que se podía lograr un progreso en cada vida sucesiva hacia la perfección.

Para Francis Bowen, (1811-1890), profesor norteamericano, vivimos aún en esta vida en una sucesión de cuerpos que cambian continuamente, ya que el 98 por ciento de los átomos son sustituidos por otros, a partir del aire, la comida y bebida, en un año y el ciento por ciento en el término de cincuenta y tres semanas; según su famoso artículo sobre la “metempsicosis cristiana” publicado en mayo de 1881 en la Princeton Review.

William James, (1842-1910), aún más conocido, filósofo y psicólogo, en sus obras “Las variedades de la experiencia religiosa” y en “The Hill to Relieve and Human Inmortality” sostiene que la conciencia de ser de esta vida puede continuar después de la muerte en forma que no conocemos todavía.

Gustave Stromberg (1882-1962) astrónomo y físico sueco-estadounidense, considera que la individualidad del alma humana que para él es una entidad que percibe, con sensibilidad, voluntad y capaz de conocer y de tener memoria, es indestructible e inmortal y tiene el registro de todas sus experiencias.

Herbert Fingarette, nacido en 1921, filósofo y psicólogo estadounidense, en un marco de pensamiento budista coincide en pensar que después de la larga serie de nacimientos y renacimientos se logra el progreso espiritual hacia la libertad y el poder de recordar las vidas pasadas y ver su relación con la presente. Este superconocimiento brinda la oportunidad de la liberación del karma.

Personalmente creo que el alma o la conciencia sobrevive de algún modo, no necesariamente en este mundo ni en esta dimensión; que lleva consigo en cada vida lo que más le afectó, que no es materia, sino sentimiento y emoción, y que eso podría condicionar las vidas posteriores para mejor o para peor, según las elecciones que cada cuerpo realizó; y que tiende a una constante evolución, hasta llegar a fundirse en la eternidad de su Creador al alcanzar la perfección.

Lo creo porque todos nacemos con un temperamento básico diferente, aún siendo de la misma familia y siendo hijos de los mismos padres; o siendo gemelos idénticos; y porque también se está comprobando que los transplantados no reciben sólo un órgano, sino también cualidades psicológicas emocionales de los donantes.

Porque aunque somos imperfectos tenemos idea de la perfección como si la conociéramos; y porque tenemos inspiración creativa y capacidad de intuir verdades que después se comprueban.

Lo creo porque la ciencia está demostrando que la mayor parte de la materia no es material y que todo es inteligencia e información y el orden que subyace permite que las cosas sean lo que son.

Lo creo porque siento que formo parte de algo superior y porque hay mucha gente muy inteligente y relevante que también piensa como yo.

Fuente:»Reencarnación-Creencias ancestrales y testimonios modernos», de David Christie-Murray, Ed.Robin Book, Buenos Aires, Argentina, 1993