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La Brujería

Publicado por Malena

Los brujos existen desde épocas muy antiguas, personas con la capacidad de manejar las fuerzas del bien y del mal y con el poder de la adivinación.

Entre los siglos XV y XVII, los brujos fueron perseguidos por considerar que atentaban contra el Estado y la religión.

Lo oculto siempre despertó la curiosidad de todos los que se interesan en lo desconocido. Muchos filósofos fueron también místicos y formaban parte de sectas que se dedicaban a la alquimia y a las ciencias ocultas.

Algunos fieles religiosos creen que existen fuerzas extraordinarias, que pueden manejar los seres humanos, que pueden ser buenas o malas.

En el interior del país hay personas capaces de curar a los caballos de sus parásitos, hablándoles al oído. Luego de este singular procedimiento, los bichos que tiene el animal abandonan su cuerpo y comienzan a caer en la tierra.

Este conocimiento no está en ningún libro, solamente se transmite de generación en generación.

Es difícil creer que todo esto se trate de sugestión ya que un caballo no se sugestiona.

Los que saben de estas cosas y pueden utilizar este poder para ayudar a otro, dicen que existen fuerzas del mal y del bien, pero ninguna de las dos fuerzas actúa por sí sola. Es el hombre el que tiene que decidir dejarlas entrar; pero si elige el mal, luego no le va a ser tan fácil deshacerse de él.

En la magia negra se manejan fuerzas muy poderosas y peligrosas, porque se convocan espíritus malignos que aún no han llegado a su destino final.

La mayor parte de quienes utilizan estos recursos son personas despechadas que han sido engañadas y que desean vengarse de alguien que alguna vez amaron pero que ahora odian, porque del amor al odio sólo hay un paso.

En la provincia de Jujuy, el Carnaval comienza desenterrando a un muñeco que representa el Demonio y cuando termina lo vuelven a enterrar para que no moleste durante el resto del año.

La leyenda del lobizón tiene su origen en Europa. Cuenta que el séptimo hijo varón, sin hermana mayor mujer, los viernes a las doce de la noche se transforma en una bestia, mezcla de cerdo y perro, que se come a los bebés que no han sido bautizados.

A este personaje no se lo puede matar a menos que se usen balas de plata o bendecidas.

Para salvarlo de esta transformación, según la leyenda, hay que bautizarlo con el nombre Benito, de San Benito el exorcista, que es la mejor protección, y el padrino tiene que ser su hermano mayor aún vivo; pero si no se realiza este ritual hay que matarlo.

La Iglesia se opuso a la brujería en nombre de la fe, pero el despotismo de los gobernantes de esa época fue aprovechado por grupos esotéricos que creían que la brujería mejoraría su situación.

El gualicho es una sustancia que se mezcla con las bebidas y que sirve para que una persona se lo dé a alguien que ama para que se enamore de ella; y el mal de ojo es el poder de hacer el mal con la mirada.

Para los brujos, la presencia de ciertos animales también puede ser de mal agüero.

El sonido de una lechuza sobre una casa donde hay un enfermo, por ejemplo, puede anunciar que pronto morirá; y también advierten sobre la proximidad de la muerte los perros que aúllan mucho en la madrugada y los gallos que cantan en la noche.

La luz mala es otra superstición de las zonas rurales. Se trata de luces que se ven en el campo, similares a relámpagos, que brillan en la oscuridad. Dicen que es un alma en pena que ronda por el lugar; pero la explicación científica es que se trata de emanaciones de fósforo que despiden los cadáveres de los animales.

Lo bueno es que para todos estos males hay antídotos, como por ejemplo, tocar madera para protegerse, hacer la señal de la cruz, rezar una oración o invocar a un santo, que son los más comunes para los católicos.

El mejor antídoto contra el mal, por lo tanto, sigue siendo la fe y la pureza interior, porque el que desea hacer el mal es impuro y se arriesga a sufrir a su vez un mal mayor.

Fuente: “Líbranos del mal”, Víctor Sueiro.