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Causalidad invertida II: efectos que preceden a sus causas

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Como dijimos en el anterior post, en el que introdujimos el tema de la causalidad invertida, el interés de mostrar que es posible que un efecto preceda a su causa radica en que nos ayuda a comprender mejor nuestro concepto de causalidad. Y, más concretamente, indagar de esta manera sobre el concepto de causalidad está motivado, entre otras cosas, por el intento de dar una explicación de una de las propiedades definitorias de la conexión causal, a saber, la asimetría existente en el par de eventos causalmente conectados: Si A causa B, entonces B no puede causar A.

causalidad invertida

Causar el pasado es conceptualmente posible

Hay que aclarar aquí que, por el nivel de abstracción del problema, se puede pensar que mostrar la posibilidad conceptual de la causalidad invertida es equivalente a la ruptura, o negación, de esta asimetría. No lo es, no se trata de mostrar que B puede causar A, sino que A causa B, pero B es temporalmente previo a A. Como dijimos, de lo que se trata, al menos para esta cuestión específica, es de mostrar que la relación causal no depende, al menos sustancialmente, del orden temporal.

La causalidad invertida en el mundo ordinario

Voy a llamar mundo ordinario al entorno en el que cualquiera de nosotros se mueve. La idea no es mostrar que hay, de hecho, relaciones causales invertidas en este mundo, pues por lo que sabemos, no tenemos muy claro ni tan siquiera hasta qué punto la conexión causal es algo que ocurre en la naturaleza o hasta qué punto es un modo en que nuestra mente ordena los eventos. Pero sí que estamos seguros de una cosa: que poseemos un concepto de causalidad que aplicamos para conocer los eventos y para dar explicaciones de lo que ocurre a nuestro alrededor. De hecho, es el concepto estrella de las explicaciones naturalistas.

Lo que nos hemos de preguntar es si hay pares de eventos explicables en términos de causalidad invertida sin que esta explicación sea absurda. En realidad una manera de proceder bastante efectiva es mostrando que, en ocasiones, realizamos acciones que son explicables en estos términos o que, de hecho, explicamos así.

Supongamos que Fulanito está en el trabajo y ha comprado un décimo de la lotería. El sorteo se celebra mientras que está en el trabajo y no puede saber si le ha tocado o no. Su trabajo es odioso y desea que le toque la lotería para dejarlo de una vez por todas. Además, Fulanito es una persona relativamente religiosa: reza cuando desea que ocurra algo. Al salir del trabajo, el sorteo ya ha terminado y el número ganador ya ha salido. Fulanito, que no conoce el número y es religioso, regresa a casa rezando para que haya salido el número que él compró.

Las personas que rezan, como nuestro amigo Fulanito, muchas veces lo hacen así: piden que algo haya sucedido o no haya sucedido en el pasado. Y, además, la causa de que ese evento se haya producido ha de ser su rezo. Así que, al menos en las personas que rezan nos encontramos con que, de forma subrepticia, conciben la posibilidad de que un efecto (el cumplimiento de su deseo) preceda a su casa (rezar).

Pero siempre podemos decir que rezar es algo irracional. La persona que reza, al menos en nuestra esfera cultural, le pide a una entidad omnipotente, en cuya existencia cree, que satisfaga su deseo. En fin, sobre esto cabría discutir mucho, pero se puede emplear un ejemplo más laico.

Menganito suele despertarse cada mañana a las nueve en punto. Tiene esa costumbre y ni tan siquiera necesita despertador. Sin embargo, un día necesita hacer un viaje largo, por lo que tendrá que levantarse a las seis de la madrugada. Pone el despertador a esa hora pero, al otro día, se despierta a las 5:57, tres minutos antes de que suene el despertador. En estas circunstancias cualquiera, religioso o no, diría que Menganito despertó porque el despertador iba a sonar. De nuevo, una explicación en términos de causalidad invertida: algo que pasa después es la causa de lo que ocurrió en el pasado.

Alguien podría argüir que lo que le sucedió a Menganito puede explicarse de mil maneras alternativas. Y nosotros le responderemos, ¡claro que sí! Lo importante es que decir que Menganito despertó porque el despertador iba a sonar, es decir, que algo en el futuro causó un evento ocurrido en el pasado, no es absurdo, sino todo lo contrario, es una explicación plausible.

Causalidad y causalidad invertida

Creo que hemos desechado demasiado pronto al pobre Fulanito. ¿Aparte de que rezar conlleva la creencia, al menos eso hemos supuesto, en un ser mágico que puede hacer que en el pasado ocurra lo que deseamos en el presente que haya ocurrido, si lo pedimos de forma insistente y creyendo ciegamente en los superpoderes de dicho ser, por qué Fulanito haría algo así? La respuesta está en su historia: no sabía qué número había salido. De haberlo sabido, no hubiera rezado. En última instancia, Fulanito rezó en el presente para que en el pasado hubiera salido el número que había comprado, porque no sabía qué número había salido de hecho.

Comparemos esto con nuestro ejemplo del mechero del post anterior: cuando activo el mecanismo, ¿lo hago porque sé que saldrá la llama? En realidad, creo que saldrá, como queda atestiguado cada vez que mi deseo de que salga la llama, sustentado en mi creencia en que esta saldrá al yo accionar el mecanismo, no se satisface, bien porque el mecanismo se averió, por casualidad o porque se quedó sin combustible. Por supuesto, si supiera que el mechero estaba averiado o que no tenía gas, no habría accionado el mecanismo, porque sabría que no se iba a encender, pero, en cualquier caso, no siempre que el mechero está en condiciones de encenderse, se enciende. Pero en este caso, no estoy muy distante de Fulanito cuando no reza porque sabe el número que ha salido.

Se mire hacia el pasado o se mire hacia el futuro, la creencia de que un evento presente causará otro en el futuro es paralela a la creencia de que un evento presente puede causar algo ya ocurrido en el pasado. Desde esta perspectiva, nuestro concepto de causalidad, más que unido con la línea temporal, está asociado con nuestro conocimiento acerca de los eventos pasados y futuros. Sin embargo, tendemos a considerar implausible la causalidad invertida y natural la causalidad que va de antes a después. En este caso, la asimetría de la causalidad está más relacionada con el hecho de que, para cada evento ocurrido en el pasado, es posible en principio saber si ocurrió o no ocurrió, mientras que para cada evento que pueda ocurrir en el futuro tan solo podemos creer, con mayor o menor grado de certeza, si ocurrirá o no.

Causalidad y máquinas del tiempo

¿Y si pudiéramos viajar en el tiempo? ¿Qué pasaría entonces? Desde luego, tal y como están las cosas, los viajes en el tiempo son una cuestión que también se resuelve en un terreno conceptual, muchas veces utilizando ejemplos de la ciencia ficción. Terminator está en el top ejemplos de los teóricos que se dedican a marear la perdiz en estos arcanos asuntos.

David K. Lewis, el metafísico más original, emocionante, fascinante, imaginativo y barbudo del siglo XX, pensaba, entre otras cosas superchulas, que los viajes en el tiempo eran posibles y, ¿por qué no? Vamos a pensarlo nosotros también y así adornamos el blog por estas fechas. ¿Podría encender un petardo hoy para que haya explotado ayer? Buena pregunta, si tenemos una máquina del tiempo. Nosotros, por nuestra parte, invitamos al lector a que responda cómo podría ser esto. Para ello, nada mejor que leerse nuestro artículo sobre viajeros en el tiempo.

Bibliografía

Dummett, M. (1954) [1990]: «¿Puede un efecto preceder a su causa?», en La verdad y otros enigmas, Fondo de Cultura Económico, México D. F.

Dummett, M. (1964) [1990]: «Causando el pasado», en La verdad y otros enigmas, Fondo de Cultura Económico, México D. F.

Lewis, D. K. (1993): «Las paradojas de los viajes en el tiempo», en http://www.ugr.es/~encinas/Tiempo(L).pdf