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El Placer

Publicado por Malena

Marcos Aguinis, neurocirujano, psicoanalista, músico y escritor de fama, dejó sus profesiones y la música para dedicarse de lleno a la literatura.

A los 75 años publicó su libro “Elogio del placer”, un ensayo escrito con una modalidad literaria en la que él se interroga y se contesta a sí mismo.

El tema del placer es algo que atrae la atención de muchos porque es cierto que la mayoría de la gente está educada para avergonzarse o sentirse culpable por ser feliz.

Aguinis no cree que exista una definición esquemática y fácil sobre el placer. Para guiarse recurre a la filosofía y elige como primer acercamiento el grueso volumen de Routledge Encyclopedia of Philosophy, editado por Edward Craig.

Desde Platón se ha considerado el placer como la principal razón para hacer algo, ya sea a través de los sentidos, la estética, el conocimiento, la creatividad, el juego, etc. Decía que todo lo que cubre una falta produce placer, por ejemplo, la comida porque sacia el hambre.

En su “República”, Platón nos dice que los placeres más grandes son los relacionados con el ejercicio de nuestras facultades más altas, afirmando que estos son placeres mentales preferidos a los físicos; pero en esta afirmación está introduciendo la moral, que es la que hace sentir a los placeres incómodos.

Aristóteles asoció el placer con una actividad bien hecha, porque todos sentimos placer cuando lo que hacemos nos sale bien.

El empirismo nos dice que el placer es cuantificable, que es una sensación del cuerpo que puede estar localizada o no y que se relaciona con los objetos.

Al respecto, Jeremy Bentham distinguió cinco variables para intentar determinar el placer total que produce una experiencia.

La primera es la intensidad, la segunda la duración, la tercera es la posibilidad de generar otros placeres, la cuarta la ausencia de dolor y la quinta la extensión del placer.

Freud reconoce que el placer produce equilibrio porque atenúa la tensión; aunque él se refiere a una descarga emocional relacionada con los afectos.

Para Freud, la meta a la cual tienden las pulsiones sexuales es la de obtener placer de órgano que se opone al placer funcional, que es la satisfacción ligada a la realización de una función vital (por ejemplo comer).

Las pulsiones sexuales, que son muchas, nacen de fuentes orgánicas distintas, actúan en forma independiente unas de otras y solamente se reúnen tardíamente en una síntesis más o menos completa que produce placer.

Cabe destacar que cuando Freud habla de sexualidad no se refiere únicamente a la genitalidad sino a todo lo relacionado con el instinto de vida.

Siguiendo la Encyclopedia, ser libre es un placer, estar saludable, relajado , soñar y fantasear, también; incluso existen placeres inmorales como el asesinato, la tortura, el abuso, el robo o la injusticia.

No solamente los objetos producen placer sino también otros elementos ligados a ellos, como todo lo que rodea a esos objetos.

El juicio y la afectividad que hacen que una experiencia sea o no de interés produce placer y también produce placer la falta de displacer.

Johna Stuart Mill, que fue discípulo de Bentham, sostiene que hay placeres más valorados que otros y coincide con muchos otros al reconocer que existen experiencias placenteras que no son materiales, como los lazos afectivos, el talento, el sentido estético, el gusto por la investigación y la reflexión.

Es evidente que con respecto al placer aún no está todo escrito.

Fuente: “Elogio del placer”; Marcos Aguinis, Ed.Sudamericana.