Filosofía

La teoría de la justicia

Publicado por Ruben Avila

velo_ignoranciaLa semana pasada os prometíamos un artículo que profundizase un poco en los presupuestos teóricos de John Rawls, que, por decirlo en otras palabras, analizáramos su teoría de la justicia. Como decíamos entonces el filósofo estadounidense es uno de los más influyentes pensadores del siglo XX y Una teoría de la justicia (1971) su obra cumbre, aunque dos años después fuera apostillada por su Liberalismo político (1973).

La posición original

Rawls para sentar las bases de su teoría parte de un punto cero hipotético, al que él denomina como “posición original”. No la considera como real, sino como una ficción necesaria. En este aspecto, aunque es contractualista, considera que la sociedad se forma gracias a un pacto entre los integrantes, difiere de otros contractualistas, como Hobbes o Locke, que consideraban la situación pre-contractual con una entidad real. Sin embargo, a Rawls no le interesa analizar su existencia, sino que la utiliza como si existiera, para poder desarrollar su teoría.

Nos encontramos pues, ante una serie de individuos, los futuros contratantes del pacto, en un punto 0, donde todavía no se han desarrollado ni las leyes, ni las instituciones políticas que las desarrollen, etc. Sólo existen los individuos nudos, con toda la libertad para llegar a un acuerdo.

Los contratantes

Para poder formar parte de estos primeros miembros sólo es preciso poseer una concepción cualquiera del bien y un sentido de la justicia, lo que Rawls denomina como las dos facultades morales. Serán estos, pues, los que en representación de la humanidad entera pacten la mejor disposición para formar una sociedad lo más justa posible.

Sin embargo, tal y como hemos definido a los contratantes, nos encontramos con que pueden diseñar la sociedad de tal forma de que sean ellos los que salgan más favorecidos, siguiendo su propia concepción del bien. En ningún momento se ha dicho que no sean seres egoístas. Al contrario, Rawls los considera como individuos que por su esencia querrán más de todo, siempre y cuando lo puedan conseguir sin riesgo. Se guiarán por la regla que en teoría de juegos se denomina como maximín, aquella que nos permitirá perder lo menos posible. Así, nunca jugarán al todo o nada.

Pero, en cualquier caso, ¿cómo conseguir que no miren únicamente por su propio bien, sino también por los de sus representados? La respuesta es sencilla: cegándolos.

El velo de la ignorancia

Los contratantes conocerán las teorías políticas existentes y tendrán un conocimiento exhaustivo de la psicología humana, pero no sabrán en qué situación se encuentran. Es decir, no sabrán si son negros, mujeres, un burgués del XIX o un campesino del XIV. Esto es lo que Rawlls llama el “velo de la ignorancia”.

Así que, teniendo en cuenta que, como hemos dicho, se guían por la estrategia maximín, no se arriesgarán a desposeer a una clase de todo, no vaya a ser que después de levantarse el velo, descubra que pertenece a la clase a la que se le desposeyó de todos los derechos y se le dejó totalmente desahuciada.

Naturalmente, éste es tan sólo el punto de partida de su teoría, las bases sobre las que se asienta. Más adelante veremos cómo a partir de aquí la desarrolla y, también, los problemas que surgen desde sus puntos de partida, cuando los confrontamos con la idea de justicia.

Desarrollo de la teoría

A partir de este punto de partida, Rawls desarrolla su teoría de la justicia. Propone dos principios fundamentales de justicia: el principio de igualdad básica, que establece que cada persona tiene derecho a un sistema de libertades básicas iguales que sea compatible con un sistema similar para todos; y el principio de diferencia, que establece que las desigualdades sociales y económicas deben ser organizadas de tal manera que sean tanto (a) para el mayor beneficio de los menos favorecidos, y (b) asociadas con oficinas y posiciones abiertas a todos en condiciones de igualdad de oportunidades.

Estos principios, según Rawls, se derivan de la posición original bajo el velo de la ignorancia. Los contratantes, sin saber cuál será su posición en la sociedad, elegirán estos principios porque maximizan su bienestar mínimo. En otras palabras, estos principios aseguran que, sin importar su posición en la sociedad, tendrán un nivel básico de libertades y oportunidades.

Críticas y problemas

La teoría de Rawls ha sido objeto de numerosas críticas. Algunos argumentan que la posición original y el velo de la ignorancia son conceptos demasiado abstractos y poco realistas. Otros sostienen que los principios de Rawls no garantizan una distribución justa de bienes y oportunidades, ya que permiten desigualdades siempre y cuando beneficien a los menos favorecidos.

Además, la teoría de Rawls se enfrenta al problema de cómo aplicar estos principios en la práctica. ¿Cómo determinamos qué libertades básicas son compatibles con un sistema similar para todos? ¿Cómo organizamos las desigualdades sociales y económicas para el mayor beneficio de los menos favorecidos? Estas son preguntas difíciles que la teoría de Rawls no responde de manera definitiva.

Imagen: mamenfilosofia.blogspot.com.es