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Las escuelas socráticas

Publicado por Christian

Tras la muerte de Sócrates, la cual tuvo lugar aproximadamente en el año 399, muchos de sus discípulos se dispersaron, aunque algunos de ellos llegaron -incluso- a fundar importantes escuelas filosóficas, teniendo en algunos aspectos una importancia destacada de cara a la evolución de la propia filosofía en la Historia de Grecia (o, mayormente, en la historia de la filosofía greco-latina).

No obstante, es preciso añadir que ninguna de las escuelas que se fundaron con el paso de los años, reflejan ni representan el genuino pensamiento de Sócrates, pues desarrollan algunos de los temas tratados por este maestro con suma independencia, momento en el que llegan a añadir un número indeterminado de aspectos y elementos de otras corrientes, entre ellas los propios presocráticos o los sofistas.

Ya conocimos en anteriores entradas una de las escuelas más importantes: aquella fundada por Platón (la Academia), en donde se desarrollan amplia y trabajadamente aspectos que tenían que ver tanto con la psicología como la propia ciencia, elaborándose con ello la doctrina denominada de las Ideas, cuestión que se produce a partir de la búsqueda que de la definición y el concepto hace Sócrates y sus posteriores discípulos. Como hemos visto, profundizará a su vez en temas relacionados con el alma (un estudio relacionado directamente con la corriente pitagórica). Si bien podríamos nuevamente volver a profundizar en los aspectos más importantes de esta escuela, el lector interesado puede visitar los siguientes enlaces si desea obtener una información más exacta y precisa a tal respecto: La Academia de Platón, La Academia en la Historia, por lo cual únicamente se podría decir que, de todas esas escuelas que aparición tras el fallecimiento de Sócrates, y a partir de su propio pensamiento (las cuales iremos viendo una a una en las siguientes líneas), ésta fue la más importante.

La escuela cínica

Aunque puede pensarse todo lo contrario, el nombre de esta escuela no tiene nada que ver con el término cínico (desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables), sino en el lugar preciso y exacto donde su fundador, posiblemente el filósofo Antístenes (discípulo de Gorgias y posteriormente de Sócrates) enseñaba sus doctrinas y pensamientos en la ciudad de Atenas, exactamente en un gimnasio que recibía el nombre de Kynosargés (un término que podría traducirse como «casa del perro»).

Este filósofo rechazó la teoría de las Ideas (propuesta años antes por Platón), defendiendo una ética relacionada con la independencia y la propia autosuficiencia, y trabajando profunda y exhaustivamente -a su vez- en el ideal del cosmopolitismo, de la vida natural. Conceptos a través de los cuales llegó a rechazar de forma tajante tanto a la familia como al Estado. «Para el sabio no hay leyes, ni patria, ni familia, ni Estado» indica.

Finalmente, Diógenes de Sínope es el mejor ejemplo de la actitud y filosofía cínica, con sus ataques directos y duros a los convencionalismos sociales.

La escuela de Megara

Continúa las doctrinas de la escuela de Elea, y fue fundada por el filósofo Euclides de Megara, quien identifica al ser con el bien y con Dios, e incluso llegando a considerar que todas las virtudes que se podrían encontrar en el propio ser humano, se reducen a únicamente una sola, aunque denominaba con tan distintos y dispares nombres.

Estilpón, uno de sus continuadores más importantes y selectos, atacó duramente la teoría platónica de las Ideas (al igual que sucedió en la escuela cínica con su fundador, Antístenes), y afirmó en alguna de sus enseñanzas que sólo -presuntamente- sólo existiría lo singular actual, no teniendo relación con los géneros y especies indistintas universales. Influirá por todo en la aparición propia del estoicismo.

La escuela de Cirene

Defiende que no hay más fuente de conocimiento que la sensación, algo que será pura y únicamente subjetivo, elemento que será considerado como la única guía del hombre, y cuyo fin de conducta moral sería la búsqueda de sensaciones consideradas como agradables.

Fue fundada por Aristipo de Cirene, discípulo tanto de Protágoras como posteriormente de Sócrates.