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El Sistema Filosófico de Kant

Publicado por Malena

El Sistema filosófico de Kant

Kant expone su filosofía en una gran cantidad de libros, principalmente en “Crítica de la razón pura” y también en “Crítica de la Razón Práctica”; “Crítica del Juicio”; “La Religión dentro de los límites de la razón”; y en una serie de libros publicados posteriormente.

A la filosofía de Kant se la denomina “Idealismo Trascendental”, y es un primer lugar una teoría del conocimiento.

Cuando Kant se refiere al conocimiento, alude a la ciencia físico-matemática de la naturaleza de Newton.

Recordemos que Kant se sitúa en la intersección de tres grandes corrientes ideológicas: el racionalismo de Leibniz, el empirismo de Hume y la ciencia físico matemática de Newton que él denomina “el hecho” de la razón pura.

Esta ciencia está compuesta de juicios, o sea, de tesis, afirmaciones, proposiciones que se predican de un sujeto.

Toda la filosofía de Kant se basará sobre estos juicios que son el punto de partida de su pensamiento.

Es necesario aclarar que estos juicios no son vivencias psicológicas subjetivas sino enunciados objetivos sobre algo, tesis, afirmaciones lógicas que son verdad o error.

Estos juicios lógicos Kant los divide en dos grupos, los juicios analíticos o “a priori” y los juicios sintéticos o “a posteriori”.

Los juicios “a priori”, son aquellos en los que el predicado está contenido en el concepto del sujeto. Un ejemplo es: el triángulo tiene tres ángulos.

Los juicios sintéticos son los que en el concepto del predicado no está contenido el concepto del sujeto; por ejemplo: el calor dilata los cuerpos.

Los juicios “a priori” son verdaderos según el principio de identidad, porque son juicios que repiten en el predicado lo mismo que dice el sujeto.

Los juicios sintéticos tienen el fundamento de la experiencia, o sea la percepción sensible.

Los juicios “a priori” son verdaderos, por el principio de identidad; son universales, porque tienen validez en todo lugar y tiempo; y son necesarios porque lo contrario tiene que ser necesariamente falso, ya que el sujeto dice lo mismo que el predicado.

Al ser verdaderos, universales y necesarios, los juicios “a priori” no provienen de la experiencia, sino del análisis mental del concepto del sujeto, o sea “a priori” (independiente de la experiencia).

Los juicios sintéticos, sólo son verdaderos cuando los avala la experiencia, o sea la percepción sensible de aquí y ahora, es decir que su validez está limitada por la experiencia sensible.

Por esta razón estos juicios sintéticos” a posteriori”, son particulares y contingentes. Particulares porque son válidos solamente en el aquí y ahora y contingentes porque no es imposible lo contrario.

Por lo tanto, los juicios de la ciencia tienen que ser sintéticos, o sea objetivos y que aumenten nuestro conocimiento y a la vez “a priori”, cuyo predicado sea una intuición mental previa a la percepción sensible que coincida con el concepto del sujeto, y esto según Kant es posible.

Por ejemplo, si decimos que la línea recta es la más corta entre dos puntos; estamos introduciendo en el predicado un concepto que no está incluido en el concepto del sujeto pero que es obvio y evidente para todo el mundo y que a ninguno se le ocurriría demostrarlo, por lo tanto es un juicio sintético y “a priori” al mismo tiempo.

Lo sabemos por intuición mental “a priori” de la experiencia y la física está llena de estos juicios que son a la vez sintéticos y “a priori”.

Por lo tanto, en matemática, en física y en metafísica, todo el conocimiento humano está constituido por juicios sintéticos y “a priori” de la experiencia.

El libro de Kant “Crítica de la razón pura”, de 700 páginas, es su intento de contestar estas tres preguntas:

¿Cómo son posibles los juicios sintéticos y “a priori” en la matemática?

¿Cómo son posibles los juicios sintéticos y “a priori” en la física? y ¿Cómo los juicios sintéticos y “a priori” son legítimos en la metafísica?

Contestar a estas tres preguntas constituye toda la filosofía de Kant.

Fuente:”Lecciones preliminares de filosofía”, Manuel García Morente