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Gran Hermano VIP y la ideología de la clase dominante: movilidad social

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Estoy viendo la televisión, lo confieso. Es más, de entre toda la porquería que sale de allí, he elegido ver Gran Hermano VIP, un reality show en el que meten en una casa muy grande y moderna a una docena, o más, de famosos venidos a menos, noveles y del mundo del corazón. También veo, por Internet, el 24 horas, que tengo casi todo el día puesto como si fuera la radio. El caso es que estoy escribiendo crónicas, noticias y avances sobre este programa de televisión por una razón económica: el medio para el que publico estos textos me paga por visitas y GH VIP, y demás telebasura, genera bastantes visitas como para vivir de eso. Además, crear contenidos para estos temas que sean originales y únicos es sumamente sencillo.

Gran Hermano VIP

La televisión coloniza las mentes y la función de Gran Hermano VIP es esa

Y así, habiéndome convertido en seguidor forzado de este programa vi de forma nítida el modo en que a través del mismo se le transmite al telespectador la idea de que en nuestra sociedad la movilidad social es un hecho incuestionable.

Lo espontáneo y lo previsto en Gran Hermano VIP

La idea de que en un reality show, como GH VIP, reina la espontaneidad de los concursantes, que son grabados durante 24 horas y que deben convivir durante un tiempo, sin apenas conocerse la mayoría de ellos, es bastante ingenua. En realidad a estos se les conoce antes de entrar y, más o menos, se sabe por dónde van a salir una vez estén concursando. Estamos hablando de un programa de televisión y en la televisión todo está medido y bien controlado, nada es casual.

Esto no significa que los concursantes sigan un guión, no es necesario: han sido seleccionados para que sean ellos mismos y eso es suficiente. Las pruebas y las situaciones generadas por realización solo desempeñan una función: que determinadas características de estos concursantes afloren, características que ya han sido seleccionadas y se conocen suficientemente.

Se puede decir que los concursantes son espontáneos en el sentido en que no deciden sus reacciones en toda situación, pero que no lo son en el sentido en que las situaciones (pruebas, nominaciones, etc.) están pensadas para que estos tengan determinadas reacciones espontáneas, que se preveía que tendrían. En otras palabras, son como ratas en un laberinto en cuyo final hay un trozo de queso: hemos hecho esto tantas veces, que aunque las ratas no sigan guiones y sean espontáneas, quienes las han metido allí saben lo que harán y han predeterminado que harán precisamente eso.

Gran Hermano VIP es un experimento sociológico tanto como Coca Cola el espíritu de la vida

Cuando se estrenó el primer Gran Hermano en España creo que tenía 17 años y que se decía que era un «experimento sociológico» muy original. Hoy en día, esto ya no se oye mucho (o yo he estado mucho tiempo sin ver la televisión o viéndola lo mínimo), aunque creo haber leído algo al respecto no hace mucho. En cualquier caso, más que un experimento sociológico es, por un lado, una manera fácil de ganar dinero y, por otro, un vehículo de implementación de ideología en las mentes de sus seguidores. Además, la función de los experimentos es probar/refutar hipótesis, ¿qué hipótesis pretende probar/refutar Gran Hermano VIP? El mero hecho de llenar un laberinto de ratas no constituye por sí mismo un experimento de tipo alguno.

En Gran Hermano VIP nos encontramos con una caterva de concursantes que vienen de capas sociales humildes, hijos de trabajadores, y que las circunstancias de la vida los han movido en la escala social: ahora son VIP, son famosos. Unos más que otros, claro está (y el grado de fama de cada cual es un tema recurrente de conversación entre los concursantes). Pero podemos descender a los detalles.

La mayoría de los concursantes, como decimos, vienen de capas sociales muy humildes. Y una minoría, vienen de capas altas, han sido ricos y famosos en el pasado, pero en la actualidad apenas se les ve por televisión y se han arruinado (y antes de ser ricos y famosos, fueron pobres y humildes). De nuevo, por las circunstancias que al personaje le ha tocado vivir, se ha movido en la escala social: se empobreció y perdió puntos en su nivel de fama. Este contraste merece la pena mencionarlo aquí, pues del mismo modo que en nuestra desigual sociedad hay un porcentaje de personas pobres/humildes/de clase media muy superior al de personas de clase alta/ricas, en el programa el porcentaje de concursantes de procedencia humilde que escalan su posición social es superior respecto al de concursantes que han descendido posiciones.

La idea de que en nuestra sociedad la movilidad de clase social es un hecho, una realidad, es la piedra angular de la ideología de la clase capitalista, que produce, entre otras cosas, telebasura como Gran Hermano VIP y realitys y contenidos similares. El mensaje que transmite Gran Hermano VIP es precisamente este: en nuestra sociedad, por muy pobre y humilde que seas, puedes llegar subir escalones, en términos económicos y de fama; del mismo modo, nos venden que quienes están en lo más alto, pueden descender escalones debido a sus erróneas decisiones.

Para ilustrar esta idea, los concursantes han sido cuidadosamente seleccionados. En primer lugar, les encanta hablar de sí mismos, lo que facilita que cuenten sus historias constantemente, sobre cómo contando «su verdad» se han hecho famosos y han dejado de dedicarse a las profesiones poco lucrativas habituales. Y los que eran ricos, otro tanto de lo mimos. Buena parte del tiempo la pasan contando detalles sobre cómo se han arruinado por sus errores.

Y ahora, dicho esto, como currante que soy, no me queda más remedio que volver a la tarea: prostituir mi inteligencia viendo Gran Hermano VIP.