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Nietzsche, y la Muerte de Dios

Publicado por Malena

Nietzsche y la Muerte de Dios

Nietzsche está en contra de la moral de rebaño, la que propician las religiones, principalmente el Cristianismo, aunque no niega la importancia de la moral cristiana que ha ayudado a la educación del hombre.

La moral ha servido principalmente para mantener el funcionamiento de la comunidad e impedir su destrucción, dice, porque en cuanto a la supervivencia y bienestar de toda la población aún no los ha conseguido.

La moral se incorpora como un proceso de refinamiento paulatino y progresivo. Sin embargo destaca dos tipos de moral, la moral de los privilegiados y la de los súbditos.

La moral de los desposeídos es la expresión de sus necesidades de rebaño, y la moral de los jefes se aplica más a los hombres que a las acciones.

Para Nietzsche, un hombre superior crea sus propios valores, sin Dios. Este concepto de la creación de valores propios es central en su filosofía. Para él, la moralidad no es algo que se recibe de una entidad superior, sino algo que se crea y se vive de manera autónoma. Este enfoque le permite a Nietzsche argumentar que los valores morales no son absolutos, sino que son relativos y cambiantes, dependiendo de las circunstancias y necesidades individuales.

Cuando Nietzsche se refiere a una postura más allá del bien y del mal, quiere decir superar la moral de rebaño porque favorece a la mediocridad e impide el surgimiento del hombre superior. Este hombre superior, según Nietzsche, es alguien que ha superado las limitaciones impuestas por la moralidad tradicional y ha creado sus propios valores, que reflejan su individualidad y su fuerza de voluntad.

Sin embargo, esto no significa que deban abandonarse los valores, porque el hombre que rechaza la fuerza de la moral puede llegar a destruirse a si mismo. Nietzsche advierte que la libertad de crear valores propios no debe convertirse en una excusa para el libertinaje o la anarquía moral. En su lugar, debe ser una forma de autoafirmación y autotrascendencia.

Solamente el hombre superior podrá ir más allá del bien y del mal y crear valores que serán expresión de una vida superior que le permitirá trascenderse a si mismo hacia el nivel de superhombre, como una forma más elevada de existencia humana.

Nietzsche rechaza del Cristianismo el desprecio por los instintos, por la mente libre y los valores estéticos pero a la vez él no busca que el hombre se convierta en un torbellino de pasiones desatadas. En lugar de eso, Nietzsche aboga por una vida en la que los instintos y las pasiones se integren de manera armoniosa, en lugar de ser reprimidos o ignorados.

La solución es la integración como expresión de fuerza y no la mortificación por el miedo. Este enfoque es el que le permite diferenciarse del Cristianismo, porque si fuera más amplio, su postura no sería tan diferente.

La muerte de Dios significa que la fe en el Dios Cristiano no se puede mantener, con sus mandatos y prohibiciones que coartan la creatividad y el desarrollo total del hombre en este mundo; porque es hostil a la vida y es un signo de debilidad y cobardía.

El rechazo de Dios de Nietzsche pone de manifiesto su desprecio por la influencia que las religiones tienen sobre los hombres débiles, al torturar sus conciencias e impedir el desarrollo de hombres superiores.

Nietzsche anticipa que la muerte de Dios provocará el fin de los valores absolutos. Este pronóstico, aunque sombrío, también abre la puerta a una nueva era de libertad y creatividad, en la que los individuos pueden crear sus propios valores y darle sentido a sus vidas.

El rechazo de todos los valores que surge de la falta de objetivo de la vida, constituye la característica esencial del nihilismo, un gran peligro para el hombre débil que no conoce otra cosa; porque significa la ausencia de valores y el reconocimiento de la carencia de sentido de la vida.

Mientras que el nihilismo activo es el que busca el cambio y el nuevo horizonte de un tipo superior de hombre.

Nietzsche, lejos de su concepto de superhombre, fue gran parte de su vida un hombre enfermo física y mentalmente. Quizás demasiado débil para vivir sin Dios o por lo menos demasiado atormentado por su forma de pensar que no le permitió ni a él mismo ser feliz.

La última etapa de su vida, estuvo internado en una clínica mental y murió loco. Sin embargo, a pesar de su trágico final, Nietzsche dejó un legado filosófico que sigue siendo relevante y desafiante hasta el día de hoy. Su visión de la moralidad y la religión, así como su concepto del superhombre, siguen provocando debates y reflexiones en el mundo de la filosofía y más allá.