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Creer en Dios es también dudar

Publicado por Malena

Jesús en la cruz creyó que Dios lo había abandonado.

Para el que no cree en Dios, el mundo es absurdo y esta creencia puede hacer que su vida sea diferente.

El problema no es Dios sino la influencia de la fe en nuestras vidas, que en definitiva significa qué persona queremos ser.

La física aún no puede explicar el origen del universo, por lo tanto necesitamos la metafísica.

Muchos filósofos del pasado trataron de demostrar la existencia de Dios mediante el razonamiento lógico, pero también estaban convencidos de la influencia positiva de la fe en la existencia del hombre; de modo que intentar demostrar que Dios existe significaba ayudar a los hombres a vivir mejor.

Necesitamos a Dios no sólo para saber de dónde venimos sino también para tener la esperanza de un futuro después de esta vida.

El espíritu humano parece necesitar una esperanza, porque el pasado y el futuro le dan sentido a su presente.

La fe es lo que hace al hombre más humano porque el hombre es la única criatura en la naturaleza capaz de simbolizar.

Todos los grandes hombres sabios de la historia que hicieron grandes descubrimientos creyeron en algo que no veían, o sea en sus ideas y por creer en ellas se hicieron realidad.

El hombre de fe tiene una alegría interior envidiable que los hace felices. Esa felicidad quizás sea el sentido que la fe en Dios le da a sus vidas, cosa que no logran aquellos que han alcanzado todos los bienes materiales en esta vida.

Hoy necesitamos más que nunca creer en Dios porque estamos en un momento en el que todo vale, todo es relativo y no parecen existir valores absolutos.

Si Dios no existe, entonces todo está permitido, de manera que creer en él es una obligación moral y la posibilidad de ser humano.

Sin embargo, en nombre de la fe se cometieron muchos crímenes y atrocidades, porque el fanático utiliza a Dios para concretar sus propias ideas.

Creer en Dios, con una fe indudable, sin cuestionar nada, es un verdadero riesgo, porque el fanático es violento y puede hacer mucho daño y el que tiene fe ciega es fatalista y no hace nada.

Dios es real y existe pero hay que desconfiar de las interpretaciones, porque cada hombre tiene el discernimiento para saber qué es lo que puede creer y qué es lo que le provoca duda y el derecho de hacer su propia elección.

Dios no puede ser una excusa para eludir el compromiso y la responsabilidad moral individual.

Creer en Dios es una propuesta libre y pertenece a la subjetividad. No se trata de obedecer lo que dicen otros sino de hacer lo que es moralmente correcto según nuestro propio juicio, lo que nos dice nuestro instinto, que es donde seguramente está Dios.

Creer no es lo mismo que estar seguros, porque no existen las certezas, sólo puedo creer, inclinarme a tener la esperanza, sostener la hipótesis que está en el alma de todos los hombres y que los ayuda a vivir.

Es posible creer en Dios sin que esa creencia determine nuestra vida, nuestros sentimientos y nuestro compromiso.

Creer en Dios sin estar seguros ni de Él ni de nosotros mismos es tener una puerta abierta a la esperanza, sin necesidad de alienarme en Él y siendo capaz de disfrutar del momento presente.

El ateísmo también es una creencia, significa creer que Dios no existe, que la vida es absurda y que puede ser destruida por la desesperación.

Una relación libre con Dios es necesariamente íntima, individual y subjetiva, sin reglas ni mandatos externos.

Fuente: “Una semana de Filosofía”, Charles Pépin, Claridad, 2010.