Filosofía
Inicio Filosofía y Psicología La Felicidad como Actitud

La Felicidad como Actitud

Publicado por Malena

la felicidad interna

El diccionario dice que la felicidad es el estado de ánimo de satisfacción que produce poseer un bien deseado. Significa que la felicidad, como definición, parece depender solamente de cosas externas.

Sin embargo, algunos arriesgan otras opiniones al respecto, como que se puede ser feliz sólo en algunos momentos y en otros marchar por la vida indiferente o estar amargado.

Aunque también están los que se oponen a esta forma de pensar y creen que se puede ser feliz siempre, si se adopta una disposición hacia el bien, y que ésta sería la clave del buen estado de ánimo.

Existen posturas que defienden la idea de que la felicidad es no tener conciencia de las cosas, de ignorar la realidad y vivir en un mundo propio, o sea, ser poco menos que un tonto.

Lo cierto es que todos conocemos gente que se empeña en ver la vida color de rosa y también otros que sólo ven nubarrones en su cielo; los que se amargan la vida por cualquier cosa dándole importancia a valores circunstanciales y los que son optimistas incurables a pesar de todo.

Creo que la felicidad subyace y trasciende los acontecimientos, porque es un estado de equilibrio interno que no depende de lo que pasa afuera.

Feliz se siente aquel que puede mantener un enfoque positivo de los hechos y aprende de ellos y siente una sensación de plenitud que le brinda sentir que está haciendo lo correcto.

La felicidad no se cuestiona, se siente, se experimenta, y no se puede medir con ningún instrumento, como pretenden algunos gobiernos que quieren constatar con números el nivel de felicidad de su pueblo.

Cuando uno se siente profundamente feliz, medir esa sensación es prácticamente imposible, porque no hay números que expresen fielmente un sentimiento interno, como ser feliz o desdichado.

Es un verdadero problema inventar una tabla de medición que refleje con absoluta exactitud un estado de ánimo, porque la forma en que se siente una persona es una sensación subjetiva y todo lo que es subjetivo suele ser poco confiable, escasamente racional, algo contradictorio e indefinido.

Si pensamos que la felicidad depende de la actitud que tenemos frente a la vida y que no depende de los hechos, entonces se puede definir como el estado de ánimo permanente de equilibrio y de contento.

Pero la gente no siempre puede sentirse feliz consigo mismo y no puede controlar su estado de ánimo, porque creen que la felicidad depende demasiado de las cosas materiales, tal como parece señalar el diccionario.

Creo que querer ser feliz es un poco serlo, porque orienta las decisiones, y esa posibilidad permite manejar los estados de ánimo.

Como en todos los procesos psicológicos humanos, ser feliz es una condición que se relaciona únicamente con nosotros mismos, con el conocernos mejor, saber lo que queremos y con ser capaces de hacer el esfuerzo necesario para obtenerlo.

Hay personas que renuncian antes de intentar, se retiran antes de llegar, rechazan avanzar y abandonan sus ideales por creer que la vida es puro sufrimiento.

No se trata de desear lo que han logrado los demás ni de tener lo que tienen todos, sino de responder al deseo de alcanzar el propio bien, lo que es bueno para cada uno, porque ese será el proceso que los hará sentir felices y no otro.

La felicidad como actitud hace que sea más fácil cumplir con las propias expectativas y ser feliz no depende de su cumplimiento.

El cumplimiento de las metas nos puede alegrar, hacernos sentir que estamos transitando nuestro camino, que hemos ganado nuestra batalla interna, pero es una alegría que dura poco, apenas un suspiro, porque de pronto se vuelve a despertar en nosotros la necesidad de cosas nuevas.

La actitud de querer ser felices se manifiesta en nosotros a todo nivel, incluso a nivel físico, cuando tenemos la disposición de mantener una postura erguida, una posición desafiante frente a los retos propios, con la cabeza en alto y mirando siempre adelante.

El que puede hacer esto naturalmente será mucho más feliz que el que se siente una víctima, que cree que el mundo está en su contra, que vive apesadumbrado quejándose y mirando siempre al pasado.