Filosofía

La Educación

Publicado por Malena

La escuela es el escenario donde se aprenden contenidos y cómo comportarse adecuadamente; pero también es la oportunidad para socializarse y aprender de los pares, a defenderse y a ser respetado. Sin embargo, la escuela actual no estimula el deseo de aprender y de saber, ni permite ser curioso y preguntar. Enseña a contestar preguntas y brinda un método de aprendizaje para que todos puedan llegar al mismo resultado del mismo modo.

Además de esto, la escuela es el más difícil obstáculo que hay que aprender a superar para no perder la creatividad, la imaginación y la fantasía. No nos enseña a vivir, ni a confiar en nosotros mismos, ni a enfrentar los pequeños grandes dramas infantiles, ni cómo defenderse de los más grandes, de las dolorosas injusticias diarias, de las dificultades de las relaciones, de la incomprensión de los adultos, de la discriminación, de la falta de inclusión o del aislamiento.

En lugar de abrir mentes cierra horizontes y circunscribe la perspectiva a un solo ángulo según sus propios parámetros. En contra de la naturaleza, la escuela impide todos los deseos de los niños en función del cumplimiento de un programa en un ámbito educativo donde lo que más se valora es la obediencia y la buena conducta; cuando la necesidad más imperiosa en la vida de todo niño es moverse y explorar lo desconocido.

La escuela debe enseñar ante todo el ansia de saber capturando la atención con ingenio para que germine la semilla del deseo de conocimiento; sin embargo enseña a reprimir los impulsos naturales. Kant nos dice que la escuela enseña principalmente a obedecer y a quedarse quietos. Esto nos hace tomar conciencia que todavía no ha cambiado nada.

En la escuela se aprende que para mantener la igualdad de las reglas la condición es la existencia de una autoridad superior que las imponga, negando la posibilidad de que los educandos sepan qué significan. Si la escuela como institución no es respetada, los maestros necesitarán imponer su autoridad.

Todo maestro debe saber mantener la atención, porque el niño que molesta es porque está aburrido. Los educadores deben enseñar que ser libres no es hacer lo que uno quiere, porque no hay libertad cuando uno es esclavo de los deseos.

La ley de obediencia ciega puede provocar rebeldía hacia toda forma de poder o bien convertir a un sujeto en un ser sometido; por lo tanto, las reglas tienen que tener su razón de ser para no producir estas consecuencias. Los niños pequeños comprenden mucho más de lo que los adultos suponen, y aunque no entiendan, esta explicación despertará su curiosidad y nacerá así su deseo de saber.

Un niño debe conocer desde el vamos por qué es necesario que se quede sentado, no como una orden que tiene que acatar sin ninguna explicación que la justifique, sino como una invitación consensuada y razonable para el bien de todos.

Kant decía que el hombre es el único animal que se puede destruir a sí mismo si obedeciera solamente a sus impulsos naturales; por esta razón la educación es necesaria. Pero educarse no significa que no pueda expresar su humanidad y satisfacer su curiosidad intelectual, porque cuando el intelecto se ilumina el cuerpo entero lo acompaña.

En la escuela, un niño aprende a tomar conciencia de sí mismo a través del reconocimiento del otro. Hegel decía que la insatisfacción perpetua del hombre es la falta de reconocimiento; porque es el reconocimiento lo que el hombre necesita para satisfacer su inquietud existencial.

La escuela debe enseñar que somos nuestras obras y nuestras relaciones con los demás; y debe saber que es el deseo de reconocimiento el que hace surgir el deseo de saber. Además, la escuela debe fomentar la empatía y el respeto mutuo, enseñando a los niños a valorar las diferencias y a entender que cada individuo tiene su propio conjunto de habilidades y talentos.

Es importante que la escuela no solo se centre en la adquisición de conocimientos, sino también en el desarrollo de habilidades sociales y emocionales. Debe proporcionar un entorno seguro y de apoyo donde los niños puedan expresar sus sentimientos y aprender a manejar sus emociones de manera efectiva.

La escuela también debe fomentar la creatividad y la innovación, permitiendo a los niños explorar sus intereses y pasiones. Debe proporcionar oportunidades para el aprendizaje práctico y experiencial, permitiendo a los niños aprender haciendo.

Además, la escuela debe enseñar a los niños a ser pensadores críticos y a cuestionar el mundo que les rodea. Debe fomentar la curiosidad y el deseo de aprender, en lugar de simplemente transmitir información.

En última instancia, la escuela debe preparar a los niños para la vida, equipándolos con las habilidades y el conocimiento que necesitarán para tener éxito en el mundo real. Debe enseñarles a ser ciudadanos responsables y a contribuir positivamente a la sociedad.

Fuente: “Una semana de filosofía”, Charles Pépin, Claridad, 2011.