Filosofía

Tabú

Publicado por Malena

tabú

La palabra tabú designa un prohibición social basada en supersticiones, prejuicios irracionales, por temor a un daño inmediato provocado por fuerzas sobrenaturales, que han existido y aún existen prácticamente en todas las culturas desde épocas muy primitivas; impuestas por la religión o con un pretexto higiénico.

El término tabú es de origen polinésico y puede referirse a una prohibición de caza o pesca durante determinadas temporadas del año, de comer algunos alimentos, de conectarse con personas de otras clases sociales, de tocar cadáveres y en el caso de las mujeres la prohibición de realizar algunas actividades durante la menstruación.

En general, los expertos en este tema coinciden en afirmar que los tabúes suelen tener alguna utilidad práctica como por ejemplo, para mantener el orden social o bien para evitar la propagación de alguna enfermedad.

El canal Natgeo difundió anoche un programa que pertenece a la serie de documentales denominada Tabú, donde se exhiben algunas prácticas consideradas Tabú en otras culturas.

Tomar la propia orina con motivos terapéuticos, es una práctica que se realiza desde la antigüedad en los principales países asiáticos. Millones de personas en China, Japón y la India toman su orina como un procedimiento alternativo para curar afecciones de las articulaciones, como antibiótico para infecciones, principalmente de la piel, como antioxidante, contra el envejecimiento; en forma tópica, para las arrugas, cicatrices, picaduras de insectos, lastimaduras y en gotas para las deficiencias auditivas ocasionadas por acumulación de cera.

La ciencia aporta su opinión al respecto y opina que la orina no contiene bacterias y es inocua a menos que la persona tenga una infección urinaria. En su mayor proporción se compone de agua y el resto son sustancias inorgánicas, como cloruros, fosfatos, sulfatos, sodio, potasio, calcio, magnesio y amoníaco y otros componentes orgánicos como úrea, ácido úrico, pigmentos, etc.

No parecen existir investigaciones científicas que hayan verificado las bondades de esta forma de terapia, que es gratis, accesible en cualquier momento, pero la medicina no puede decir nada al respecto y difícilmente algún laboratorio estará dispuesto a invertir en un producto que no puedan vender.

Los musulmanes y los judíos tienen la prohibición de comer cerdo, que para ellos es el animal más aberrante que existe. Seguramente esta prohibición proviene de épocas muy antiguas debido a las enfermedades que transmiten los cerdos y se impuso como una medida sanitaria que todos respetan cuando se trata de una prohibición que proviene de la iglesia.

Sin embargo, en una pequeña población de indígenas de Filipinas, criar cerdos es sinónimo de prosperidad y dinero; y el que tiene más cerdos es el residente de mayor prestigio.

La esposa del que dirige el pueblo, que es ya mayor, es la única que conserva la tradición de amamantar a las crías que no consiguen prenderse a la ubre de su madre.

Los pequeños animales succionan el pecho de la mujer que sólo tiene la función de brindar contacto y afecto porque ella ya no tiene leche; y para alimentarlo el procedimiento es mascar caña y darle en la boca el jugo.

Este contacto tan íntimo con un animal es considerado tabú en casi todas las culturas.

En Filipinas, donde la condición de pobreza es extrema, el comercio de órganos se ha legalizado.

Existen muchos hombres que han donado uno de sus riñones por dinero para salir de la pobreza, tener la posibilidad de comprarse una casa y tal vez poder establecerse con un pequeño emprendimiento propio.

Muchos norteamericanos que necesitan un riñón, concurren a Filipinas a hacerse un transplante, porque en Estados Unidos la lista de espera es de setenta mil personas.

Los que no tienen trabajo, ni vivienda digna, se ofrecen voluntariamente, sin que nadie los obligue, a ser donantes, aunque no todos logran salir para siempre de sus problemas.

En este caso, considero que la prohibición de la venta de órganos que existe en la mayoría de las culturas, no es un tabú sino que es un principio moral, porque despojarse de un órgano por dinero atenta contra la dignidad humana.