Filosofía

La imitación

Publicado por Ruben Avila

la imitaciónExisten dudas considerables respecto a qué entendía Aristóteles por imitación, puesto que nunca llegó a definir el término. Aunque probablemente no viera la necesidad de hacerlo, de definirlo, puesto que era algo consabido, muy popular entre los griegos de la Antigua Grecia, como puede serlo en la actualidad. De todas formas, el no dejarnos una definición concreta, ha dado pie a que los diferentes estudiosos de su obra, y personas que simplemente la lean, puedan llegar a conclusiones diferentes respecto a lo que consideraba que era imitación. Sin embargo, lo que sí podemos asegurar es lo que efectivamente no era para él imitar, estos es: la simple copia, por muy fiel que fuera, del original.

¿Qué es la imitación?

El concepto de la imitación en el arte tiene varías características para Aristóteles, que podríamos sintetizar en cuatro:

1. «Los que imitan […] imitan a personas mejores que nosotros, o peores, o incluso, iguales, como hacen los pintores; pues Polignoto representaba a personas mejores, Pausón a peores y Dionisio a semejantes». Es decir, que representan las cosas tal como son o fueron, o tal como parecen ser, o tal como deberían ser. Así que el arte tiene la capacidad de mejorar o afear la realidad, lo que es evidente que no es solamente copiar lo que hay en la naturaleza.

2. Por otra parte, para Aristóteles el arte debería imitar, representar, aquello con una significación global, general. De ahí que asegurara que «el historiador y el poeta no se diferencian por escribir en prosa o en verso […] sino que se diferencian en que uno cuenta lo que ha sucedido y otro lo que podría haber ocurrido». Esta es la razón por la que «la poesía es más filosófica y grave que la historia, pues la poesía cuenta más bien lo universal, y la historia lo particular».

3. Además, el concepto de imitación aristotélica en el arte debía fijarse un propósito, concreto, preciso, para seguirlo. Así, asegura que el poeta puede contarnos cosas imposibles si éstas casan con el objetivo que se ha propuesto. En este sentido, las tragedias clásicas, que están llenas de héroes, animales y seres mitológicos, estrictamente no podrían representar la realidad pero sí que entran en la concepción aristotélica de imitación.

4. Por último, para Aristóteles en una obra artística no es de importancia los colores, las formas o acontecimientos populares, sino su «composición y armonía». Así, llegó a asegurar que «si alguien pintara en confusa mezcla los más hermosos colores, no complacería tanto como el que pinta en blanco una imagen».

Es el conjunto de la obra lo que importa. No sólo en el a pintura, en todas las artes. Por eso, aseguraba, un director de coro no dejará a un cantante que sobresalga sobre el resto, que cante mucho mejor que el coro entero, porque desvirtuaría el conjunto.

En definitiva, la obra de arte no debe analizarse según la realidad que imita, sino teniendo en cuenta su estructura interna y el resultado que podemos ver u oir.

Imagen: cuidadoinfantil.net