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El epicureísmo moral

Publicado por Ruben Avila

epicureísmo moralEn otros artículos os hemos hablado de la teoría estética de los epicúreos, qué entendían por arte y belleza, y la consideración que tenían éstos (por recordar, más bien escasa). Pero, ahora, nos gustaría hablaros de su teoría moral, que siguiendo a Diógenes Laercio, podríamos sintetizar en cuarenta puntos. Naturalmente, todos los puntos no los veremos en el presente artículo, así que éste será el primero de una serie hasta completar los cuarenta puntos:

1. La divinidad, «el ser imperecedero», es completamente feliz, de suerte que ni se ve afectado por lo que haga cualquier otro ser, ni se preocupar por nadie, ni provoca para que se preocupen por él. De tal forma, ni se indignará, ofenderá o vengará. Y tampoco, claro, será agradecido. Es decir, dios ni pide ni se ve influenciado por sacrificios o rezos, ni influirá de ninguna manera en la vida de los animales, los seres humanos o cualquier otro ser que pulule por el universo.

Esta tesis contradice no sólo al parecer de los antiguos griegos, sino a los acólitos de cualquier religión monoteísta y a buena parte de las politeístas. Es decir, contradice el actuar de la gran mayoría de la humanidad.

2. El mayor mal, o el más temido por los seres humanos, la muerte, realmente, no es nada para nosotros. Ya que cuando es algo (pensado) no es nada (porque estamos vivos) y cuando es, ya no somos nosotros, «porque lo que se disuelve es insensible», que es lo que ocurre cuando morimos, «y lo insensible nada es para nosotros», puesto que no lo podemos sentir. Así que, nos dicen los epicúreos, si fuéramos conscientes de ello, dejaríamos de temer a la muerte o de esperarla, puesto que no sería nada para nosotros.

3. Donde hay placer, por el tiempo que dure, no hay ni pena ni dolor. Esa es la grandeza de los placeres, su capacidad para eliminar el dolor.

4. El dolor no es imperecedero. El mayor, el más agudo, solamente dura unas horas en la carne; y el que es poco más que el placer, apenas unos días. Las mismas enfermedades duraderas «ofrecen a la carne una cantidad mayor de placer que de dolor». (Creo que la afirmación anterior deberíamos entender como que la enfermedad no es un impedimento constante para el placer, no concretamente que sea la misma enfermedad la que nos ofrezca placer).

5. Debemos vivir «sensata, honestamente y justamente» o de lo contrario no podremos vivir con placer. Y, por lo mismo, es imposible vivir sensata, honesta y justamente sin lograr placer. Desde el punto de vista de los epicúreos van unidas, el estilo de vida anteriormente mencionado y la consecución del placer.

Con lo visto hasta ahora, y de momento no vamos a seguir con los 35 puntos restantes (como hemos dicho, lo iremos haciendo poco a poco), podemos comprender que la visión epicúrea de vivir el momento, de ser solamente para el placer de forma insensata, es una visión errada de lo que los epicúreos realmente defendían. Luego, estaremos más o menos de acuerdo con sus presupuestos, pero, lo primero, es saber lo que realmente aseguraban.

Imagen: fotocommunity.es