Filosofía

Julián Marías sobre el Aborto

Publicado por Malena

Julian Marías sobre el aborto

El aborto voluntario es una cuestión que se plantea hoy en día en las sociedades occidentales con una frecuencia inusitada.

En general, desde el punto de vista religioso se considera inconveniente y para las leyes de algunos países, constituye un acto ilícito.

Pero no todas las personas son creyentes de modo que los argumentos religiosos para este sector no cuentan. Por otro lado, desde la perspectiva legal, una ley no es suficiente para controlar un asunto privado.

La ciencia por su parte, que pretende tener validez universal y razones fidedignas biológicas y genéticas, no está al alcance de la gran mayoría de la gente.

Se impone por lo tanto otro tratamiento con respecto al aborto, un planteamiento elemental, independiente de la ciencia, de las leyes y de la religión, que sea accesible a todos.

Esta visión sobre el aborto, es la antropológica, que se basa en la simple realidad del hombre como ser humano, tal como se conoce a si mismo.

Este enfoque no se fundamenta ni en supuestos ni en evidencias, sólo se reduce a saber observar la realidad del hombre actual que se considera humano.

El hombre no es una cosa sino una realidad personal; y el nacimiento de un niño es la aparición de alguien nuevo y único, un alguien, un yo o un tu, un tercero que se agrega al padre y a la madre, cuya destrucción es irreparable, tal como lo sería la eventual muerte de cada uno de los progenitores.

Aunque esté en el cuerpo de la madre, el niño no es parte de ella sino que tiene existencia propia e individual, y no llegará a nacer si antes lo matamos; igual que todo hombre que ya ha nacido, que mientras vive es un proyecto inacabado.

No importa el nivel de desarrollo que el feto haya alcanzado, porque siempre será un asesinato.

También se considera lícito y justificado matar al que va a nacer porque supuestamente podría ser anormal y por lo tanto no digno de vivir, por todos los trastornos que podría acarrearle a sus padres.

Con este mismo criterio, también habría que matar a todos aquellos que quedan inválidos o anormales debido a accidentes, enfermedades o simplemente ya son viejos; de modo que el que decide abortar, porque lo considera conveniente o lícito, debería mantener esta convicción en todos los casos idénticos, con todas sus consecuencias.

El hecho de estar el niño oculto en el seno materno y de aún no haber nacido hace que muchos, que jamás se atreverían a matar a un hijo, no tengan ningún reparo, por una posible anormalidad, en decretar la pena de muerte al que aún no han visto.

En la Alemania de Hitler también se aplicaba la eugenesia práctica, o sea el derecho a matar a los que nacían anormales.

El significado del aborto se confunde con los propósitos para abortar que se consideran valiosos, como por ejemplo, la regulación de la población, el bienestar de los padres, la solución para una madre soltera, los problemas económicos, la falta de tiempo para dedicarle a un niño o la mejora de la raza.

El fin no es lo mismo que el hecho del aborto, porque la realidad es que para cumplir ciertos propósitos es necesario matar a una persona.

En el caso de un embarazo, el derecho de la madre a disponer del propio cuerpo, desconoce que el niño no es el cuerpo de la madre sino que es alguien implantado en la realidad del cuerpo de la madre.

El suicidio, por ejemplo, está prohibido, o sea que la ley no permite ejercer el derecho de disponer del propio cuerpo para suicidarnos, claro que igual lo podemos hacer en privado, pero no en presencia de otro, porque sería cómplice.

El caso es que el ser humano ha perdido su carácter personal y ya ni el hombre se considera padre ni la mujer madre del que va a nacer, sino que son dos que se confabulan para eliminar a un intruso.

Esta es la visión antropológica del aborto.

Fuente: “Sobre el Cristianismo”, Julián Marías, Planeta Testimonio, 1997.