¿Quién eres?

Quién eres será con certeza una de las cosas que más te preocupen en la vida. Y, más concretamente, saber que eres. Creemos ser algo —independientemente de lo que sea ese algo— que definimos como “yo”. Así, cuando alguien hace algo podemos alagarle o reprenderle, pero sabiendo que nos dirigimos a un “yo” distinto al nuestro; siendo conscientes de que lo que es responsable de lo que ha hecho porque es.

Pero, como ya hemos hablado en otras ocasiones, ese “yo” probablemente no sea más que una ficción. Y aun admitiendo que no lo sea —es decir, suponiendo que sea una entidad tal que podamos definirla sin problemas como un “yo”—, lo cierto es que:

Estas palabras, escritas por Kwame Anthony Appiah en su libro Ética de la identidad, ponen de manifiesto lo endeble de eso que somos, porque es difícil admitir que no somos algo. Incluso aquellos que lo pretendan defender actuaran como si no fuera cierto. El asunto es que yo soy fruto de un entramado social, de una forma grupal de ver el mundo. Si cambia esa visión, ese “estereotipo normativo” también cambiaré yo. Y esto sí que es más doloroso de asumir.

Defender la inexistencia del yo lo podemos ver como una boutade. Vale que estamos en continuo cambio (o no), que determinadas circunstancias nos guiarán por un camino u otro (o no), etc., pero yo soy el que elegiré ese camino, yo seré el que cambie, y si alguien me obliga a hacer algo será a mí al que obligue, y lo hará desde fuera. Y si no me obliga nadie, seré yo el responsable… ¿Pero cómo aceptar que soy tan volátil que si cambia lo que me rodea cambiaré?

No nos engañemos, es una afirmación diferente a la manida “el mundo me ha hecho así”. Porque esto significa que soy de una determinada forma y lo seguiré siendo. Que esa formación del yo no se debe a mi persona sino, por completo, al entorno, a la sociedad, pero es así como soy.

Lo que asegura Appiah, por el contrario, es que soy; que además soy responsable; pero que no sólo soy yo, como un ente aislado, sino que mi identidad es una forma social fruto de un estereotipo dominante; y que si cambia éste, también cambiará mi yo. Así que tendríamos que corregir la frase entrecomillada anterior por un “el mundo me está haciendo así”. Esta visión del yo como proceso, claro, es lo contrario a lo que se entiende por tal, ya que se considera como algo más o menos inmutable. Es por todos conocida la frase de que las personas nunca cambian. Así que asumirla es demasiado costoso.

Imagen: elimmigrante.wordpress.com