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Kant, La Analítica Trascendental

Publicado por Malena

Kant - La analítica trascendental

En la obra “Crítica de la razón pura” Kant investiga los elementos puros de la razón o sea las intuiciones internas “a priori”, independientes de la experiencia.

Esta obra incluye en primer lugar lo que denomina Estética Trascendental, donde investiga cómo son posibles los juicios sintéticos “a priori” en la matemática, mediante el desarrollo de una teoría de la percepción, o sea de la facultad de tener percepciones sensibles; que es trascendental en cuanto considera el espacio y el tiempo como condiciones de la posibilidad del conocimiento de las cosas. Los objetos no son en sí y por sí sino que son objetos para un sujeto.

En segundo lugar, Kant se ocupa de la Analítica Trascendental, e investiga cómo son posibles los juicios sintéticos “a priori” en la física, a través del análisis de la realidad de las cosas.

Por útlimo, desarrolla la Dialéctica Trascendental, donde estudia cómo son posibles los juicios sintéticos “a priori” en la metafísica.

La totalidad del conocimiento científico natural incluye dos elementos, las impresiones que proceden de la experiencia y los juicios que aporta la razón pura, o sea los juicios sintéticos “a priori”, universales y necesarios, intuiciones de la razón independientes de la experiencia.

Para Descartes, la realidad de un objeto es el pensamiento que corresponde al objeto que está más allá del pensamiento, o sea que los objetos de la realidad son aquellos a los cuales se refiere el pensamiento, todo lo que puede ser pensado.

Para Kant, la realidad es la capacidad que tienen las cosas de recibir determinaciones por medio de juicios, o sea que la realidad de un objeto es la serie de juicios que hace un sujeto sobre ese objeto.

De acuerdo a la lógica formal de Aristóteles, los juicios se clasifican según la cantidad, la calidad, la relación y la modalidad; y cada uno de estos puntos de vista se dividen a la vez en tres clases:

Según la cantidad, tendremos juicios individuales, particulares o universales.

Según la cualidad, los juicios se dividen en afirmativos, negativos e infinitos.

Según la relación, pueden ser categóricos, hipotéticos y disyuntivos.

Y desde el punto de vista de la modalidad, pueden ser problemáticos, asertóricos y apodícticos.

Esta es la clasificación clásica de los juicios en la lógica formal.

Sobre los ejemplos para cada una de estas clasificaciones pueden consultar en la bibliografía que figura al pie de este artículo.

Kant propone que las categorías son las condiciones de la posibilidad de los juicios sintéticos “a priori” en la física y hace una deducción trascendental de las categorías como condiciones de la objetividad, o sea, que para Kant, las condiciones del conocimiento son las mismas que las condiciones de la objetividad.

Los objetos nos dan impresiones, no conocimiento, somos nosotros los que ponemos las categorías de los juicios en ellos, o sea que son las cosas las que se ajustan a nuestros conceptos puros “a priori” y no nuestros conceptos los que se ajustan a las cosas.

Kant, por lo tanto, elimina del todo el realismo aristotélico fijando la correlación fundamental sujeto objeto en el conocimiento.

El hombre se propone conocer un objeto e imprime en él los caracteres categoriales del ser, de la substancia, de la causalidad, etc.

Está convencido de antemano de que hay objetos, que éstos tienen esencia, que pueden conocerse, que están sometidos a causa y efecto y que la naturaleza se rige por leyes.

El yo también es una serie de impresiones, de modo que ni el sujeto ni el objeto son en sí y por sí, sólo son fenómenos. Este es el verdadero idealismo trascendental.

En la última parte de la “Crítica de la razón pura” Kant trata el problema metafísico, o sea el tema de si es posible saber lo que las cosas son en sí y por sí, fuera de toda relación sujeto objeto.

Es el último intento de la obra de Kant, averiguar si la metafísica es posible, si son posibles los juicios sintéticos “a priori” en la metafísica.

Fuente: «Lecciones preliminares de filosofía», Manuel García Morente.