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Hegel y La Libertad

Publicado por Malena

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Hegel nos dice que en la vida moderna se identifica a la libertad con la conducta autónoma e independiente.

Reconoce la importancia del ser autónomo para ser libre pero para él este concepto no es suficiente, porque la verdadera libertad no puede ser un individualismo.

Para Hegel, lo universal y racional pertenece a todos los hombres y son sus más genuinos motivos.

El hombre individual no puede ser libre como un todo, porque sólo puede ser libre si se reconoce en el todo, por ejemplo, en el Estado, las leyes y las instituciones.

Si la libertad individual fuera absoluta sería independiente de todo e indiferente con respecto a la realidad y a los efectos de su propia conducta sobre el resto. Se actuaría en forma egoísta en función de las propias pasiones excluyendo a las circunstancias exteriores perdiendo todo vínculo.

Sólo Dios es totalmente libre dice Hegel, el hombre, por su característica finita y limitada no puede serlo sin referencia al todo.

La libertad autónoma es una necesidad subjetiva de los individuos que ha causado estragos en la época moderna.

La libertad de los individuos no puede estar separada de la eticidad o ética colectiva o de la razón universal, por la necesidad tanto vital como política de hacer coincidir la voluntad particular con las voluntades generales.

Para Hegel la idea de eticidad supera el concepto de moral de Kant, que como Fichte, identifican libertad con independencia personal absoluta.

Esta identificación implicaría la amenaza de dos extremos: que esta autonomía sea únicamente formal que se desvanece frente a la compleja realidad que la haría totalmente inaplicable.

El otro extremo es caer en el solipsismo, el libertinismo y la anarquía moral cuando cada uno se atiene a su propia conciencia personal y a su subjetividad.

No quedaría así nada compartido, ni genérico, ni universal, ni sagrado y toda institución política sería inestable y quedaría amenazada.

Hegel observa este extremo anarquista en la idea individualista liberal de Kant sobre la libertad, aunque éste sostuviera el derecho de la crítica y de la aspiración al cambio político; y la necesidad de obedecerlos mientras estuvieran en el poder.

La libertad tiene que ir más allá de la subjetividad para tener en cuenta las circunstancias objetivas y las consecuencias de su ejercicio.

La eticidad sería para Hegel la presencia viva del Estado con sus leyes e instituciones; y la relación de los individuos con el Estado es de identificación y de subordinación.

Porque así como ningún ser humano puede elegir a su familia, tampoco puede escoger al Estado y el momento en que va a vivir.

Deberá así reconciliarse con la realidad objetiva y su libertad deberá tener en cuenta el elemento constitucional sin despreciarlo como lo hace gran parte de la modernidad.

Esta libertad, eminentemente colectiva que se encarna en el espíritu colectivo que se hace objetivo por medio de las instituciones, que va más allá del individualismo y subjetividad individual, no sólo no amenaza el orden de la sociedad sino que le da su fundamento.

Porque tanto uno mismo como el otro son partes del todo y modos de la sustancia verdadera.

La crítica más frecuente que se le hace a Hegel con respecto a la libertad es renunciar a la conciencia moral y a la libertad para adherirse al “stablishement” y darle legitimidad al poder de turno.

Hegel enfatiza que la conciencia individual y separada son trágicas, irracionales y esclavas de si mismas, porque no pueden reconocer de lo otro de sí, de la historia, de la naturaleza y del mundo.

Para Hegel, el individuo no es libre cuando se conduce de una manera caótica e irracional dominado por sus pasiones personales.

Fuente: «Hegel – Vida, pensamiento y obra», Colección Grandes Pensadores, Ed. Planeta DeAgostini, 2007