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La triple transformación de Pinocho

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Pinocho es el personaje de una novela titulada Las aventuras de Pinocho. Historia de un títere, la cual fue escrita por Carlo Lorenzini (1826-1890), más conocido por su seudónimo, Carlo Collodi. La novela fue publicada en fascículos en Il Giornale dei Bambini, el primer periódico para niños que se publicó en Italia. Tuvo un éxito enorme, traduciéndose a varias lenguas y dando a luz a otra serie de productos culturales inspirados en ella. A este respecto, destaca la película de Disney.

Pinocho

Momento en que a Pinocho le crece la nariz, capítulo XVII, (ilustración de Sabrina Dieghi)

En este blog voy a tratar en diversas entradas varios aspectos de interés filosófico que presenta la novela de Collodi. Sin embargo, estos son tantos que tendré que tratarlos en diversas entradas. En esta, concretamente, mostraré que, en líneas generales, la historia nos cuenta cómo Pinocho experimenta el proceso de humanización, el cual se concreta, en el caso de nuestro personaje, en una triple transformación: material, mental o psicológica y moral.

Limpiando el camino para nuestro análisis

La cantidad de páginas y artículos publicados sobre esta historia es más bien escasa y decimos esto porque los ríos de tinta sobre Pinocho que se han vertido se basan más en la película de Disney que en el cuento de Collodi. Por ejemplo, en la mayor parte de artículos que servidor ha leído y que circulan por la red, se hace especial hincapié en la mentira y en la relación entre las mentiras de Pinocho y el crecimiento de su nariz.

Lo cierto es, sin embargo, que la mentira no es el elemento central de la historia de Collodi ni a Pinocho le crece la nariz siempre que miente. De hecho, este es un elemento marginal de la novela. Tanto es así, que en una primera versión que Collodi escribió, de 21 capítulos menos que la final, terminó la historia sin que a Pinocho le creciera la nariz por mentir. El crecimiento de la nariz de Pinocho se produce en el capítulo XVII, cuando habla con el hada de pelo azul sobre cómo ha perdido unas monedas de oro y le cuenta una serie de mentiras al respecto. Estos añadidos fueron órdenes del editor. En efecto, la historia original de Collodi finalizaba con la muerte de Pinocho ahorcado en una encina, a manos de un gato y un zorro que querían robarle las mencionadas monedas.

Además, en la mayoría de los artículos consultados se observa que el comienzo de la historia es el de Disney y no el de Collodi es el que se toma en cuenta. En efecto, el hada de pelo azul no interviene en la creación de Pinocho. Esta aparece en el primer capítulo que tuvo que añadir Collodi, el capítulo XVI, a petición del editor; es la que lo salva antes de morir de la encina en la que Pinocho había sido colgado. En el capítulo XV, aparece una versión previa de este personaje, pero no como un hada, sino como una misteriosa niña de pelo azul que vive en una casa en el bosque a la que acude Pinocho pidiendo auxilio, cuando el gato y el zorro le persiguen. Esta habla con una voz fantasmal y se niega a abrirle la puerta a Pinocho porque dentro «están todos muertos», ella incluida. Parece obvio que el hada de pelo azul se habría quedado en fantasma misterioso de una niña, si Collodi no se hubiera visto obligado a alargar su novela y a cambiar el trágico final original.

En tercer lugar, se suele decir que Pinocho quiere transformarse en niño o, más genéricamente, en humano. Sin embargo, esto es falso si hablamos de la novela de Collodi. Desde el primer momento, el muñeco manifiesta explícitamente lo que quiere y desea y nada de lo que dice tiene que ver algo con ser moralmente mejor o con humanizarse o convertirse en humano:

«comer, beber, dormir, divertirme y hacer desde la mañana a la noche vida de paseante en corte».

La creación de Pinocho

Teniendo en cuenta lo anterior, comenzamos por el principio. En la novela de Collodi, Pinocho ya es un ser parlante desde antes de ser un muñeco. Es un trozo de tronco que encuentra un carpintero, maese Ciruela, y con el que pretende hacer la pata de una mesa. Sin embargo, el trozo de tronco habla, lo que asusta al carpintero, que cree que sufre alucinaciones (no se percata de que es el tronco el que le habla).

Cuando maese Ciruela está cuestionándose su propia cordura, aparece un viejo amigo suyo, Gepeto, un tallador de madera que vive como un mendigo y que ha tenido una idea genial:

«Hacer un magnífico muñeco de madera (…) que sepa bailar, tirar a las armas y dar saltos mortales». Lo que pretende con ello es ganarse «un pedazo de pan y… un traguillo de vino».

Tras un par de peleas entre los dos amigos, provocadas por el trozo de madera parlante, Ciruela decide regalárselo a Gepeto, para que pueda emprender su proyecto.

Y así, a partir del palo parlante, Gepeto comienza a construir a Pinocho, quien tiene una gran nariz desde el principio. De un trozo de madera parlante, obtiene el tallador un muñeco parlante y animado, tanto es así que se le escapa corriendo.

Naturaleza y cultura

Si nos atenemos a la novela de Collodi, a Pinocho no le apetece ser mejor, aprender, formarse, desarrollarse como persona, humanizarse ni nada de esto, sino, como ya hemos dicho, satisfacer sus necesidades básicas, divertirse y holgazanear. Los anhelos de Pinocho son básicamente hedonistas, los de un «cerdo satisfecho», como diría John Stuart Mill.

La humanización, el convertirse en un «Sócrates insatisfecho», que también diría Mill, no es algo deseado por Pinocho, para quien tal cosa solo tiene un valor mínimo y relativo. En el cuento de Collodi es más bien un consejo de los que le rodean y de los personajes con los que se encuentra. Y el muñeco, lejos de empaparse de la sabiduría de quienes se encuentra en el camino, la desprecia. Tanto es así, que Pinocho mata al grillo parlante (que en la novela no tiene nombre) de un mazazo, cuando este le reprocha que tiene la cabeza de madera por mofarse de sus consejos.

Al contrario, Pinocho comenzará a abrirse al saber de los demás, el de los mayores principalmente, al final de la novela. Y no precisamente gracias a sus consejos, sino a la cantidad de calamidades que el pobre muñeco experimentará, desde que se escapa de la casa de Gepeto, hasta que es tragado por el enorme dragón (o tiburón, según las versiones y traducciones). No es hasta que sale del estómago del monstruo, hasta que Pinocho comienza a adquirir los usos y costumbres de la comunidad: trabaja, aprende un oficio, se gana la vida, estudia por las noches y es cuidadoso con el dinero. Además, aprende valores morales, tales como respeto a los mayores, a cuidar de ellos cuando lo necesitan, etc.

Los consejos que Pinocho recibe a lo largo de la historia, lejos de servirle a él para adelantarse a los acontecimientos, le sirven, después de que ha sufrido una desgracia, para sentirse más desgraciado, pues siempre podría haber evitado los problemas de haber seguido estos consejos, los cuales, en los momentos cruciales dejaba de lado para guiarse por sus propias inclinaciones primigenias, con las que llegó a ser un muñeco, como hemos visto.

La humanización de Pinocho, una vez que se ha culturizado o civilizado, culmina con su transformación en un niño humano de carne y hueso. Dicha transformación, conlleva, además, una transformación de perspectiva. De repente, comienza a ver su casa mejor de lo que estaba y Gepeto rebosante de salud y trabajando. Pinocho se queda perplejo y le pregunta al tallador a qué se deben estos cambios. Este le contesta:

«Todos estos cambios imprevistos son debidos a tus méritos (…) Porque cuando los muchachos se convierten de malos a buenos, tienen la virtud de dar otro aspecto nuevo y mejor a su familia y a todo lo que los rodea».

Desde este punto de vista, la humanización de Pinocho está vinculada a un progreso moral, el cual produce en quien lo experimenta una transformación en un sentido pleno, llegando a afectar hasta su forma de ver el mundo. El muñeco ha pasado, así, del reino de los medios, de ser una cosa de madera, al reino de los fines, a ser una persona. Y no solo por el cambio experimentado en su esencia material, sino también en su espíritu, alma, forma, yo o mente, y en su conducta.

El desarrollo de la persona íntegra

Vemos cómo Pinocho experimenta una triple transformación: moral, material y psicológica, en la cual se concreta el proceso de humanización descrito anteriormente. Pinocho ha crecido y como todo niño que crece, experimenta cambios. Ha cambiado su cuerpo (transformación material), ha cambiado su mente (transformación psicológica) y ha adquirido valores (transformación moral). Desde este punto de vista, se ha desarrollado íntegramente como persona. Algo que no necesariamente le ocurre a todos, pues algunos se quedan en el camino. Esto es representado por Collodi en el amigo de Pinocho, Espárrago, que se quedó en el camino (se transformó en burro y murió como tal).

En la próxima entrada dedicada al Pinocho de Collodi, profundizaré, precisamente, en la esencia material de Pinocho, la cual lleva a no ser reconocido como fin, sino solo como medio.

Por el momento, dejo aquí el cuento original de Collodi, así como algunos artículos consultados.

Collodi, C. (1882-1883): Las aventuras de Pinocho. Historia de un títere en http://dspace.universia.net/bitstream/2024/1229/1/Collodi-Carlo-pinocho.pdf

Escalera Bourillón, J (2011): Las aventuras de Pinocho y la formación del ser humano, en http://educa.upn.mx/hemeroteca/world-mainmenu-26/100-num-06/376-las-aventuras-de-pinocho-y-la-formacion-del-ser-humano.html

Buttera, M. G. (2010): Simbología del cuento de Pinocho, en http://despertarycrecer.blogspot.com.es/2010/11/simbologia-del-cuento-de-pinocho.html

Porras Castro, S. (1992): «El centenario de Carlo Collodi. Pinocho ayer y hoy», en Didáctica, 4. 207-216. Editorial Complutense, Madrid, http://revistas.ucm.es/index.php/DIDA/article/viewFile/DIDA9292110207A/20265