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Conspiranoico

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

El pensamiento conspiranoico ha surgido recientemente. No se trata de una corriente de pensamiento, sino de un particular esquema de pensamiento. Es un modelo de interpretación de la realidad, que se caracteriza por postular una voluntad que explicaría algún evento o serie de eventos. Esta voluntad, materializada en una o varias personas o en los extraterrestres, lleva a cabo un curso de acción orientado a cumplir determinados objetivos, los cuales satisfacen, de alguna manera, los intereses particulares de la persona o personas (o los extraterrestres) que llevan a cabo ese curso de acción.

Conspiranoico

Ilustración de José Domingo, de «Conspiraciones», de la colección «Leyendas urbanas»

Características del pensamiento conspiranoico

Este modelo de pensamiento tiene unas características propias. En primer lugar, tiene un carácter teleológico. Es decir, cuando un evento es explicado en términos de una conspiración, la ocurrencia de dicho suceso está orientada a la consecución de un fin. Este fin puede ser tan variopinto y diverso como diversas son las conspiraciones existentes: que los extraterrestres construyeron las pirámides para conquistar el planeta; que el VIH fue modificado en un laboratorio en los años 70 por la CIA o la KGB (según la versión) para reducir la población mundial; que la crisis actual ha sido creada por la élite mundial para disminuir la población mundial; etc.

En segundo lugar, esta forma de pensamiento tiende a identificar cualquier hecho o cita como una confirmación, muchas veces irrefutable, de la teoría. Por ejemplo, las teorías de la reducción de la población mundial se apoyan en citas que, explícitamente, manifiestan lo deseable que sería que la población disminuyera. Sin embargo, tales palabras sugieren más un control de la natalidad, coercitivo en la mayoría de los casos, que una crisis económica mundial, que en realidad puede ser peligrosa para la élite dominante como lo demuestra la cabeza rodante de Luis XVI, o una modificación genética de un virus (o su creación, según la versión).

En tercer lugar, la característica más definitoria (y primitiva) de este modelo de pensamiento es la ya mencionada postulación de una voluntad. El evento explicado en términos conspirativos está orientado a un fin que satisface la voluntad de alguna entidad (un hombre poderoso, varios hombres poderosos o los extraterrestres, según la conspiración en cuestión), los eventos explicados en estos términos ocurren de la manera que ocurren porque alguien o algo quiere que sucedan así.

En cuarto lugar, buena parte de sus postulados son indemostrables, bien porque todos los que podrían demostrarlos han muerto, porque todos los que podrían hacerlo están implicados en la conspiración, porque tienen miedo y no quieren hablar, porque las pruebas están escondidas en el fondo del mar, etc.

En quinto lugar, quien cree en alguna de las teorías denominadas «conspiranoicas» tiende a creer en más teorías del mismo tipo. De hecho, esta característica sugiere que este modelo de pensamiento podría revelar algún rasgo de personalidad, pues sugiere una disposición, natural o aprendida, a asumir este determinado modelo de pensamiento.

Estas cinco son sus características fundamentales. Vamos a profundizar más en este modelo de pensamiento.

Un modelo de pensamiento infantil y primitivo

Igual que los niños creen que hay voluntades detrás de todos los sucesos y del mismo modo que los antiguos postulaban una voluntad que movía las estrellas, en el modelo de pensamiento conspiranoico postula alguna voluntad detrás de determinados sucesos (la crisis, el virus del SIDA, el del ébola, las pirámides de Egipto, etc.). En general, el modelo de pensamiento que hay detrás de la postulación de un Dios es análogo al modelo conspiranoico.

En efecto, hay un suceso, por ejemplo, está lloviendo. Y se postula una voluntad: algo o alguien quiere que llueva, por ejemplo Dios. Por supuesto, este querer es racional y conlleva un fin: esa cosa quiere que llueva para algo. Por ejemplo, para que crezcan las plantas y que su creación se mantenga viva. A partir de estos postulados, todo lo que ocurra se interpreta como una confirmación de la existencia de Dios, de su voluntad y de sus fines. La existencia de dicha entidad no se puede demostrar (pueden aceptarse ciertos eventos y argumentos como demostraciones, sin embargo, hasta la fecha, nunca han sido tales). Y, por supuesto, quien tiene este tipo de creencias, suele sostener otras que siguen el mismo modelo: por ejemplo, enfermas porque la bruja de la colina te echó el mal de ojo.

Lo único que diferencia al pensamiento conspiranoico del religioso o del infantil es que en el primer caso, las entidades que se postulan tienen características físicas y materiales, mientras que en el pensamiento infantil y religioso pueden ser seres variopintos y fantásticos (yo pensaba de pequeño que un lobo bueno me subía a la cama cuando me dormía en el comedor) y, a veces, también abstractos (como Dios). Asimismo, también se ve una diferencia en el carácter moral de la voluntad de dicha entidad: en el pensamiento conspiranoico es malvada; en el pensamiento religioso e infantil, suele ser una voluntad bondadosa.

Pensamiento conspiranoico y escepticismo

El modelo de pensamiento conspiranoico suele confundirse con el escepticismo. Sin embargo, son cosas completamente opuestas. El escéptico, en realidad, no tiene una teoría alternativa, no es meramente un incrédulo, es mucho más. Es un antiteórico, el antiteórico por antonomasia. Para el escéptico no hay una versión oficial de los hechos falsa y una extraoficial verdadera, sino dos teorías inútiles sobre hechos para los cuales nadie alcanzará un grado mínimamente aceptable de certeza.

El pensador conspiranoico tampoco es incrédulo, pues en realidad tiende a creer en teorías que se ajustan a este modelo con bastante facilidad. De hecho, en la medida en que podría haber una tendencia natural o cultural a asumir este modelo de pensamiento, difícilmente se puede relacionar con el escepticismo o con la incredulidad, pues estas son actitudes racionales hacia las creencias y las teorías. Por supuesto, el pensador conspiranoico niega las creencias y teorías contrarias a su teoría, pero lo hace porque él ya tiene, previamente, una respuesta con la que se compromete, no porque tenga una actitud escéptica o incrédula hacia otras creencias o teorías.

Pero, ¿no existen las conspiraciones?

El hecho de que se identifique un modelo de pensamiento, como el conspiranoico, desde un punto de vista crítico o de que se ponga en duda una determinada conspiración o varias, no implica que no se crea en la existencia de conspiraciones. En realidad, hay diferencias importantes entre un modelo de pensamiento conspiranoico y una denuncia racional de una conspiración. En primer lugar, una teoría racional que denuncie seriamente una conspiración no se comprometerá con hipótesis y tesis indemostrables, en la medida en que tiene un interés por la verdad y no manifiesta un rasgo de carácter personal o tiene un interés persuasivo.

En segundo lugar, la denuncia racional de una conspiración no interpreta los hechos de tal modo que confirman sus hipótesis, sino que aporta pruebas irrefutables que las confirman sin más interpretaciones. Asimismo, también se estipulan las condiciones en las que la denuncia podría estar equivocada, pues, por supuesto, existen.