Filosofía

El Taoísmo

Publicado por Malena

El Taoísmo es una de las líneas más místicas del pensamiento chino que se puede comparar con la física moderna.

El interés del Taoísmo se centra en la sabiduría intuitiva más que en el conocimiento racional, reconoce los límites y la relatividad del pensamiento racional y dado que representa una manera de liberarse de las reglas convencionales, es una disciplina que se puede comparar con el Yoga, el Vedanta del Hinduismo, o con el Óctuple Sendero del Budismo.

Según la filosofía taoísta, la razón humana jamás podrá comprender al Tao, porque el razonamiento forma parte del mundo artificial que el hombre ha creado, así como las pautas sociales y morales.

Para poder discernir las características del Tao, se observa la naturaleza con una actitud científica, pero desdeñando el método científico. De esta forma, observando la naturaleza y mediante intuición mística, logran percepciones que posteriormente son confirmadas por modernas teorías científicas.

Una de las principales intuiciones taoístas es que la transformación y el cambio es el rasgo característico de la naturaleza, como manifestación de la interrelación que existe entre los polos opuestos yin y yang que se encuentran unidos dinámicamente formando una unidad.

Además de este concepto de cambio y transformación, el Taoísmo también aborda el tema de la inmortalidad. Los taoístas creen que la inmortalidad no es un estado a alcanzar después de la muerte, sino una forma de vida en el presente. La inmortalidad, para los taoístas, es vivir en armonía con el Tao, seguir su flujo y su ritmo, y mantener un equilibrio entre el yin y el yang.

En Occidente, esta relación polar de todos los opuestos no es aceptada, así como el hecho de que las experiencias y valores sean distintos aspectos de lo mismo. En cambio en China, la relación de los opuestos es la base del pensamiento taoísta, y en Oriente, para alcanzar la iluminación es imprescindible trascender los opuestos.

Los taoístas afirman que para lograr algo en la vida hay que comenzar por su opuesto. Por ejemplo:

Para estar lleno, primero hay que estar vacío

Para mantenerse erguido, primero hay que doblegarse

Para ganar, primero hay que perder

Estos opuestos incluyen los conceptos del bien y del mal, que son también antes que nada, relativos.

El sabio, al conocer que el bien y el mal son relativos no se esfuerza en conseguir el bien sino en mantener el equilibrio entre el bien y el mal.

No se debe honrar lo correcto ignorando lo incorrecto, ni honrar a los que aseguran el orden sin prestar atención a los que producen desorden.

Heráclito, uno de los filósofos presocráticos más destacados, comparte con Lao Tsé su postura sobre el cambio; la idea de que todo fluye y el concepto de que todo cambio es cíclico.

Tanto Heráclito como Lao Tsé descubren que todos los opuestos son polares y forman una unidad.

La visión de Heráclito es mística como la del Taoísmo y también se relaciona con la física moderna.

El concepto taoísta del cambio se refiere a una tendencia innata inherente en todas las cosas y no a la consecuencia de la acción de fuerza alguna.

Los movimientos del Tao son espontáneos, no forzados porque ocurren de una manera natural y espontánea; y esta espontaneidad debe ser la característica de todas las acciones humanas; o sea, actuar de acuerdo a la propia naturaleza, espontáneamente, confiando en la inteligencia intuitiva innata.

Esta forma de actuar se caracteriza por la no acción o sea, no actuar en contra de la naturaleza o ir en contra de las cosas.

Lao Tsé afirma algo que en Occidente representa algo absurdo, o sea que se pueda hacer todo mediante la no acción.

El Taoísmo pone énfasis en todo lo intuitivo, femenino, místico y flexible, mientras el Confucionismo es racional, masculino, activo y dominante.

Los taoístas creen en las cualidades femeninas y piensan que es la forma más fácil de llevar una vida equilibrada.

El paraíso taoísta de la antigüedad era descripto como una manifestación permanente de espontaneidad sin acción.

Fuente: “El Tao de la física”, Fritjof Capra.