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Historia de la ciencia II: Platón y el nacimiento del geocentrismo

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

La noche no es únicamente un entorno propicio para fabricar bebés. En la historia ha dado también lugar al nacimiento de ciencias como la astronomía. La experiencia humana de levantar el cuello por la noche, quizás tras hacer alguna contribución a la perpetuación de la especie, y ver lucecitas y cuerpos en movimiento en el cielo llevó a los hombres, al menos a los más curiosos e imaginativos, a hacerse preguntas sobre aquellas lucecitas y cuerpos que brillaban por «allí arriba». También quisieron dar respuesta a sus enigmas. Y fue así como nacieron las astronomía y la cosmología. Los presocráticos están entre aquellos que miraban enigmáticamente al cielo cada noche. Ellos dijeron algunas cosas al respecto, muchas y muy pintorescas. Platón supo de ellas, aunque él no las consideraba pintorescas. Con estas ideas y unas cuantas más de cosecha propia, Platón imaginó un modelo del universo, el geocéntrico, según el cual la Tierra es el centro del universo y todos los astros, el Sol incluido, giran alrededor de ella. Se trata de un acontecimiento importante de la historia de la ciencia. Lo veremos con más detalle en lo que sigue.

Historia de la ciencia: geocentrismo de Platón

Modelo geocéntrico del universo

1. El cielo y nosotros

Ver la tierra como una enorme isla esférica flotante, alrededor de la cual flotan otras cosas brillantes y esféricas, así como a la deriva, es bastante fácil, sobre todo si vives en un terreno montañoso, con muchos kilómetros de costa y compuesto por montones de islitas alrededor de las cuales siempre flotan muchos barcos, los trirremes que combinaban la tracción animal con la energía eólica.

Bueno, yo no sé si los griegos lo vieron así, pero parece que la forma en que lo vieron era esta o parecida. De lo que sí podemos estar seguros es que creían que la Tierra era inmóvil pues toda su experiencia les indicaba que el suelo sobre el que pisaban estaba quieto y que sobre sus cabezas las esferas luminosas que poblaban los cielos se movían… al menos algunas de ellas.

2. Platón y la perfección

No nos damos cuenta… bueno yo sí, pero hay otros filósofos que no, la cuestión es que no nos damos cuenta de que muchas veces utilizamos la palabra «Platón» para referirnos a la cultura griega. En realidad los griegos tenían una cierta obsesión por la perfección, según unos cánones que ellos mismos habían establecido y Platón era obsesivamente griego… al menos en esto. Los griegos se inventaron el canon de 8 cabezas y en Esparta eran aficionados a la eugenesia. Sus estatuas y representaciones masculinas y femeninas representan unos cánones de perfección preestablecida. Eran unos perfeccionistas.

La perfección a la griega era entendida, en prácticamente todos los ámbitos de la vida, en términos de proporcionalidad.

3. El estatus cuasi divino de los planetas y la inmovilidad de las cosas de naturaleza divina

Platón distinguió dos reinos: el de las cosas imperfectas y el de las cosas perfectas. El primero irreal, el segundo real. Las cosas perfectas tenían un carácter divino y las imperfectas no. Entre unas y otras, existían diversos grados. Los planetas, por su parte, estaban cercanos a la perfección, tenían una naturaleza cuasi divina. Por su parte, el modelo de perfección de Platón conllevaba que los entes perfectos eran inmóviles y los cuasi perfectos eran cuasi inmóviles. Este es era el caso de los cuerpos celestes: se movían, pero no mucho.

Y este era el modelo geocéntrico que inició Platón: en el centro de Grecia está Atenas y en el centro de la Tierra está Grecia. A su vez, en el centro del universo está la Tierra, con nosotros viviendo allí… sobre todo los atenienses. Alrededor de la Tierra se mueven, en movimientos circulares, el resto de los planetas, la Luna y el Sol. Los movimientos son circulares porque los seres del cielo son cuasi divinos y sus movimientos serán perfectos y, dado que el círculo es la figura cuyos puntos son equidistantes de su centro, resulta que es perfecto. Así que es el único movimiento que, naturalmente, tienen estos cuerpos celestes.

Otros vendrían después y afianzarían y perfeccionarían el modelo geocéntrico de Platón, hasta que unos 2000 años después Kepler y Copérnico lo tirarían a la papelera definitivamente.